EL BOTO: CAPÍTULO 15
(16 de Junio a la noche. La situación estaba siendo tensa en la casa. Vera, la profesora y el Tío António estaban llamando a las funerarias para darle un funeral decente al difunto Abuelo Lucas. Por lo tanto, estaban todo el rato pendientes del móvil y de un millón de llamadas.
Los demás estaban relajados y procurando dejar a la familia tranquila. Luca estaba jugando al parchís de la esquina en la habitación de Fabio también junto a Zé Fernandez, que se había quedado a cenar para apoyar al Tío António por la muerte de su padre. Por otro lado, Giulia estaba hablando por videollamada con su hermana. En último lugar, Lia estaba en su habitación.
Ella miraba el tiempo pasar. Quería salir, se moría por volver a cruzarse con aquel chico que creía que era tan “misterioso”, ya que ella no sabía que era el boto. Sin embargo, tenía miedo de que sus amigos o la familia se enterasen de que ella estaba fuera ya que ellos no querían que saliera.
Pero finalmente, y tras pensarlo más seriamente, Lia decidió no echarse atrás. Por lo tanto, se levantó de la cama, cogió su chaqueta y se fue de la habitación sigilosamente, evitando que nadie la escuchara.
Salió afuera. Hacía una agradable noche, con lo cual, dejó la chaqueta en el pasamanos de la casa. Bajó las escaleras del porche y corrió hacia el río, a buscar a aquel chico. Se sentó en la orilla y esperó por él durante varios minutos, mientras mojaba los pies en la dulce agua del Río Madre de Dios.
Cuando llevaba ya minutos esperando, encontró al joven enfrente suya. Éste la levantó cogiéndole de la mano, y ella le sonrió en cuanto lo tuvo delante suya. Como era natural, ella seguía desconociendo que él era el boto)
BOTO: Como me alegro de que hayas venido…
LIA: (Sonrojada) Yo también me alegro de venir…
(Él se acercó a ella una vez más, agarrándole la cintura. Ella no podía aguantar más la agonía de siquiera poder besarle. Pero Lia era demasiado tímida. No se atrevía a dar el paso. Prefería dejar que fuese él el que se lanzara.
Sin embargo, él siguió mirándola en silencio. Lia estaba temblando. Ya no sabía que hacer)
BOTO: Tus ojos son preciosos
LIA: (Empieza a sonreír tímidamente, empezando a tocarse el pelo de forma frecuente) ¿En-Enserio? Gracias… Supongo
BOTO: ¿De quién los has heredado? Si es de tu madre, seguramente sea tan bella como tú
LIA: Ay, de verdad… Gracias… Oye, necesito saber tu-
UNA VOZ: ¡LIA!
(Lia escuchó la voz desde lejos. No podía entender quien la podría llamar a esas horas de la noche. Empezó a tener verdadero miedo. En ese momento, miró hacia el porche de la casa y vio que Giulia la esperaba en el porche de la casa y que era ella quien la había llamado)
GIULIA: ¡Lia! ¡Ven aquí!
LIA: (Mirando al boto) Escucha, vuel… Vuelvo ahora, ¿vale? Mi amiga me necesita…
BOTO: Está bien, linda… Te espero
(Lia se fue y el boto se quedó mirando para ella con mirada malvada que se podría confundir con pícara.
Lia subió al porche y se cruzó con Giulia al momento)
LIA: ¿Qué quieres?
GIULIA: (Le pega en la muñeca) ¡Tía! ¿Se puede saber qué estás haciendo?
LIA: ¿Cómo? ¿Qué pasa? ¿Que sólo tú puedes permitirte conocer chicos? ¿Que yo no puedo intentar tener un novio?
GIULIA: ¿Perdón…?
LIA: Claro, como tú eres mucho más guapa y muy extrovertida mientras que yo soy normalilla e introvertida sólo se pueden acercar a ti, ¿no? ¿De verdad crees que los hombres me usan o están conmigo por pena por eso?
GIULIA: Lia, yo no he dicho tal…
LIA: Escucha, Giulia: Yo tengo el mismo derecho a tener un novio que tú. He conocido a ese chico, él se ha fijado en mí y eso es lo ÚNICO que me importa. No sé ni su nombre, ni nada de él, pero sé que es amor, porque se nota que me quiere
GIULIA: Lia, ese chico…
LIA: Ese chico ESTÁ ENAMORADO DE MÍ. Déjalo ya, Giulia
GIULIA: ¡ESE CHICO ES EL BOTO!
(Lia se quedó callada un minuto. Giulia se quedó mirando para ella, esperando una respuesta de su boca. Lo que su amiga hizo fue mirarla con mala cara)
LIA: Giulia… Tú y Luca… Dejad. de. Decir. chorradas.
GIULIA: Pero Lia, tienes que creer-
LIA: ¡NO! Dejadlo ya. Estáis paranoicos. Os estáis volviendo locos. Ese boto NO VA A IR A POR CUALQUIERA
GIULIA: ¡Claro que va a ir a por cualquiera, vive prácticamente de eso!
LIA: EL BOTO NO EXISTE
(Giulia se quedó callada en silencio, completamente enfadada. Lia se tapó la boca. Había dicho eso sin querer, no tenía intención de decir algo que ni siquiera ella pensaba. Pero eso no frenó el enfado de Giulia)
LIA: Perdón, Giulia, fue sin querer, yo…
GIULIA: Entra en casa. YA
LIA: Yo…
GIULIA: ¡ENTRA!
(Lia no dijo absolutamente nada. Volvió a simplemente mirar a su amiga, frunciendo el ceño. Quería ir con el chico, pero la mirada de enfado de Giulia fue por encima de eso. Con lo cual, enfadada, cogió la chaqueta y se metió a regañadientes dentro de la casa.
Giulia suspiró de rabia. No se podía creer que su amiga realmente pudiese pensar lo que ella creía que pensaba después de que viera todo lo que había sucedido. Se sentó en las escaleras del porche, cabreada.
El boto se acercó a ella sin pensárselo)
BOTO: Menuda decepción, ¿eh?
GIULIA: (Lo mira) ¿Eh?
BOTO: Que tu amiga no crea en mí… (Mira para la casa) Era bastante guapa…
GIULIA: Ya… Ojalá tuviera razón y tú no existieras…
(El boto sonrió a Giulia con recelo y se puso a su altura. Al momento, acercó sus labios a los de ella y la miró profundamente, diciendo:)
BOTO: ¿Acaso te gustaría que no existiera alguien que te besara como te beso yo?
GIULIA: Yo…
(No le dio tiempo a terminar ya que el boto ya la había besado. Tuvieron un beso pasional que duró bastante tiempo. Giulia volvió a caer. No podía evitarlo. Por mucho que lo intentara, no era capaz de contener lo mucho que aquel hombre le atraía. Por lo tanto, se dejó llevar, y enseguida cayeron encima de la arena, donde estuvieron un buen rato acicalándose. Giulia volvía a ascender al cielo. No podía evitarlo.
Pero esta vez tuvo peor suerte.
Lia seguía enfadada. Pero quería salir a mirar un rato por el balcón para ver si se relajaba mirando las estrellas. Se puso la bata y fue hacia allí, donde se sentó en la mecedora. En un momento dado miró para abajo y su corazón rompió en añicos. No podía creer lo que estaba viendo. Giulia, una de sus mejores amigas, estaba teniendo sexo con el chico que ella había conocido)
LIA: No… No… (Se levanta de la mecedora) Esto no puede ser…
(Siguió mirando. Pero no era agradable para ella. La manera en la que veía a Giulia tan pegada a aquel hombre del que ella estaba tan enamorada le hacía sentir miserable. Sentía que estaba presenciando la peor escena de su vida. Peor que un suspenso. Peor que una muerte. La traición de una amiga.
Se dio la vuelta, triste, rota y traicionada, y rompió a llorar. Salió corriendo del balcón, tratando de buscar una vía de escape tras lo que acababa de ver. Lloró de tal manera que sus llantos se escucharon desde la habitación de Fabio.
Éste salió preocupado de su habitación y vio a Lia correr llorando. Fue hacia ella)
FABIO: ¡Lia! Lia, ¿qué te ha pasado?
LIA: Nada, Fabio, tonterías, estupideces, no merece la pena explicártelo… (Intenta irse)
FABIO: (La para) No, Lia, me puedes contar lo que quieras, dime, ¿estás bien? ¿Qué ha pasado?
LIA: Te lo digo enserio, Fabio, no vale la pena…
FABIO: Abrázame. Seguramente estés mejor
(Lia abrió los brazos y se fundió en los de Fabio. En ese momento, su llanto sólo se intensificaba. Los abrazos hacían que los llantos fuesen más fuertes, debido a que éstos servían para desahogarse. Pero ella no se encontraba mejor. Se encontraba rota. Como un segundo plato. Como una segundona. Como una chica que jamás podría tener la misma suerte en el amor que su amiga guapa. En ese momento, supo que no volvería a hablarle a Giulia, y que lo que acababa de pasar no tenía ningún sentido)
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