EL BOTO: CAPÍTULO 7
(Se montaron en el barco. Éste era blanco y tremendamente grande, estaba construido con buen material y tenía una vela en la cual ponía “O pescado é agora a verdade”, y debajo, la firma de Zé, al lado de las banderas brasileña e italiana. En las esquinas del barco había una gran cantidad de redes de gran tamaño en las cuales se suponía que Zé pescaba los peces. Por otro lado, barriles de tamaño grande estaban también en las esquinas y la punta y parte trasera del barco. Zé dijo justo después que se trataba de barriles de vino.
Una vez instalados correctamente en el barco, partieron por todo el Río Madre de Dios, en busca de gran cantidad de peces. El Tío António fue el encargado de conducir el barco, mientras los chicos aprendían a pescar los peces gracias al pescador)
FABIO: (Mirando para Zé) Oye, tengo una duda, ¿cómo se supone que había que hacer? Primero para abajo y luego para arriba, ¿no?
ZÉ FERNANDEZ: ¿Otra vez la misma duda, Fabio?
FABIO: ¡Es que no me sale!
ZÉ: (Pensando, mientras bebe una copa de vino) Estos rapazes vão-me volver tolo (Se levanta y se dirige hacia Fabio) A ver, primero: Colócate así (Le coloca correctamente) En segundo lugar, asegúrate de que tienes el carrete correctamente conectado en la caña. ¿Es así?
FABIO: Ah, que ese era uno de los primeros pasos
ZÉ: (Echándose las manos a la cabeza) ¡Menino, me vas a volver loco! ¡Te lo dije cuatro veces ya! ¡Coloca el carrete! (Mirando para Lia) Ay, si aprendieras con la misma rapidez con la que aprende tu amiga…
LIA: En realidad yo llevo un rato mirando al mar, pero no sé cómo hacer cuando cazo un pez…
ZÉ: (Coge su sombrero y se lo planta en la cara, suspirando de impaciencia) Esto va a ser más difícil de lo esperado…
(Al otro lado del barco estaba Luca y, debido a que había aprendido un día antes, estaba pescando con Vera tranquilamente, y habían conseguido ya un par de peces. Al lado de ellos estaba Giulia, mirando al mar preocupada. Luca no pudo evitar fijarse en ella y, en un momento dado, le tocó el hombro preocupado)
LUCA: ¿Estás bien?
GIULIA: (Suspira) Tengo miedo…
LUCA: ¿De quien?
GIULIA: Del boto… ¿Y si vuelve a ir a por mí?
LUCA: Escucha, si el viaje vuelve a coincidir con luna llena, te aseguro por lo que más quieras que no voy a dejar que salgas de casa, ¿está bien? No volverá a atacarte
GIULIA: Gracias, Luca… Eres el mejor amigo del mundo, me ayudas mucho
(Giulia apoyó la cabeza encima del hombro de su amigo, con lo cual él abrazó su cintura. Éste empezó a suspirar, pensativo. Sentía una vez más que había sido duramente enviado a la zona del amigo por enésima vez en 3 años y que la situación no iba a cambiar mucho más. Quién sabe si era el momento de echarse atrás.
En cuanto la soltó, Zé se acercó a ellos y vio la red de Luca, llena de pescado. Éste le sonrió a Luca, como un padre orgulloso con un hijo que acababa de graduarse. Luca le devolvió la sonrisa, inseguro y sin entender nada)
ZÉ: ¡Você sabe, Luca! ¿Cuánto pescado has conseguido?
LUCA: En realidad no lo hice solo (Le toca el hombro a Vera) Esta señorita me ha ayudado
VERA: (Sonriendo tímidamente y sonrojada) Bueno, yo… Supongo que si, he tratado de ser de ayuda lo mejor posible
ZÉ: (A Vera) Vocês fazem um grande equipo! Não é tão possível de conseguir tal quantidade de pescado em só uma hora! Acho que haverá que celebrar, não é?
VERA: Acho que sim. Mais com que?
ZÉ: Venham comigo a tomar uma Cachaça, estou convencido que o teu amigo morre de sede
VERA: Bom (Se acerca al pescador y mira a Luca) ¿Vienes a tomar alcohol con nosotros, Luquita?
LUCA: Venga, por qué no
(Subieron a la superestructura del barco. Allí, los tres se sentaron. En uno de los bancos, había una botella de cachaça y un montón de cigarros. El pescador cogió tres vasos, uno por cabeza, y sirvió cachaça en los tres, pasando después dos de ellos a Luca y a Vera. Al momento, también cogió tres cigarrillos y unas cerillas, donde ahí preparó un cigarro para cada uno. Preparó el suyo, le dio uno a Vera e intentó dárselo a Luca)
ZÉ: Vamos, Luca
LUCA: Lo siento, pero no. Yo no fumo
ZÉ: Bueno, tú mismo (Guarda el cigarro en el bolsillo de su camisa)
LUCA: (Bebe un sorbo de su cachaça) Tengo una duda, Zé. ¿Tú conocías de la existencia del boto antes?
ZÉ: Que si lo conocía… Mi mujer fue víctima de ese animal
LUCA: ¿Qué dices…?
ZÉ: Si, como podrás suponer, es tan atractivo y agraciado que ninguna mujer puede resistirse a él… Y usa esas armas a su favor. El motivo de esta transformación es el intento de reproducirse, pero créeme que han aparecido muchos niños desconocidos gracias a este letal delfín.
LUCA: Los hijos del boto, ¿verdad?
ZÉ: Exactamente. Hay muchos niños en el Amazonas que nacieron como resultado de sus actos sexuales. Se dice que podrían ser otros botos como lo es él. Sólo que esto nadie lo sabe y nadie lo sabrá hasta que…
LUCA: ¿Hasta qué…?
ZÉ: El boto principal desaparezca
LUCA: Wo wo wo, deja que me entere (Bebe un sorbo de su cachaça) Entonces, ¿el boto puede desaparecer?
ZÉ: Efectivamente. Pero para que desaparezca, alguien tiene que matarlo
LUCA: ¿LO PUEDES MATAR?
ZÉ: Aldeanos lo intentaron e intentaron durante años, pero ninguno lo consiguió.
LUCA: Está bien, ¿pero por qué simplemente no dejáis que muera de forma natural?
ZÉ: Muchos hombres dicen que matarlo puede ser signo de buena suerte y se le hace un favor a las mujeres que fueron sus víctimas
(Luca quedó paralizado al oír tal afirmación. Sin decir una sola palabra, mira para Giulia, sonriendo. En ese momento, pasaron muchas cosas por su cabeza. Como por ejemplo, él matando al boto, su cabeza completamente cortada y Giulia dándole las gracias con mucho amor. El joven italiano no pudo evitar pensar en lo rentable que sería eso para hacerle un favor a Giulia y, quien sabe, si podría ser la guinda para que ella por fin se diera cuenta de sus sentimientos y los correspondiera.
Pero justo después de ponerse a pensar, miró a Vera. La vio asustada, mirando para el agua, como teniendo recuerdos desagradables de algo, mientras golpeaba con los dedos su vaso de alcohol. Llevaba así un buen rato
Luca la miró, preocupado)
LUCA: ¿Estás bien, Vera? ¿Pasa algo?
VERA: (Volviendo en sí) ¿Eh? Ah, no, nada, simplemente… estaba pensando en mis cosas
(Luca seguía preocupado, y le acarició la pierna un rato, mientras ella seguía melancólica, mirando al mar.
Pero de repente, se oyó un grito. Un grito de mujer fuerte. Los tres se miraron, preocupados)
ZÉ: ¿Oyeron eso?
(El grito se volvió a oír)
LUCA: (Respirando fuerte) Es Giulia…
(Al momento, bajaron corriendo de la superestructura para ver qué es lo que había pasado. Vieron a Giulia alrededor del tío António, Fabio y Lia, completamente mojada y llorando. Los tres, preocupados, se acercaron para preguntarle qué es lo que había pasado)
VERA: (Acercándose a ella) ¡Giulia! ¿Estás bien?
LIA: Gracias a dios que estáis aquí… Creíamos que no vendríais
LUCA: ¿Qué narices ha pasado?
FABIO: Un delfín la agarró del brazo e intentó arrastrarla hacia el río con ella
VERA, LUCA Y ZÉ: ¿¡UN DELFÍN!?
TIO ANTÓNIO: Se não a pescássemos, ela não conseguiria sobreviver…
LUCA: (A punto de llorar) ¡NO! (Agarró la cabeza de Giulia con fuerza) Por favor, Giulia, dime que estás bien…
GIULIA: No, Luca… Tengo mucho miedo…
VERA: Giulia, siento tener que decirte esto, pero mucho me temo que el boto se ha enamorado de ti… De tal manera que te va a atacar hasta en su forma de delfín… Por favor, no te acerques al río por nada del mundo
GIULIA: ¿Qué voy a hacer ahora?
ZÉ FERNANDEZ: Hay una solución
(Todos miraron al pescador con duda)
ZÉ FERNANDEZ: Giulia tiene que estar en cuarentena el resto del viaje. Tenemos que hacer cuanto sea posible por impedir que pase por el río
GIULIA: Pero Zé, no puedo estar en cuarentena cuando estoy de viaje
LIA: Tía, hay un delfín persiguiéndote por todo el río. La casa está al lado del río, el pueblo tiene acceso fácil al río, ¡todo el pueblo gira alrededor del río!
FABIO: Si no quieres que un delfín rosa con cara de pederasta cuando ve a una niña de 12 años sola en el parque te persiga durante el viaje, mucho me temo que no vas a poder salir de casa
GIULIA: Pero… Pero…
VERA: Giulia, tienen razón. No creo que quieras dejar que el boto te persiga…
LUCA: (Abrazando su cabeza todavía) Por favor, hazles caso…
(A Giulia no le gustaba la idea de tener que estar dentro de la casa durante todo lo que quedaba de viaje. Pero después del terrible trauma que acababa de sufrir gracias al boto no podía dejarse arrastrar otra vez y repetir la experiencia. Con lo cual, miró fijamente a los chicos)
GIULIA: Está bien… Lo haré si creéis que me mantendrá a salvo.
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