EL BOTO: CAPÍTULO 24
(22 de Junio. Tarde-noche. La puesta de sol estaba empezando a desaparecer y la luna llena estaba por salir.
Luca, Fabio, Vera, Tereza, el Tío António, el pescador Zé y los aldeanos estaban listos para ir a por el boto. Cada uno llevaba sus armas en mano y un montón de elementos de caza que les podría resultar útiles. Todos llevaban sombreros de paja y chaquetas vaqueras. Detrás de ellos iban los tres hijos del boto; el pequeño, el adolescente y el joven adulto. Los tres debían ir detrás para evitar catástrofes o que fueran corriendo hacia su padre.
El punto de partida era el puerto. Allí se reunieron todos para acordar los diferentes grupos y planes que formarían, ya que sería necesario separarse. Luca, Fabio y Vera estaban con Zé)
ZÉ: Bien, chicos. Vera y yo somos los únicos que hablamos italiano fluido aquí. Así que estaremos en vuestro grupo. Pero tendréis que escucharme
LUCA: Adelante, somos todo oídos
ZÉ: Iremos los cuatro alineados. Separados los unos de los otros. El boto estará en cualquier parte y debemos de buscarlo detenidamente. Es necesario que de vez en cuando nos vayamos separando
VERA: Os pedimos prudencia. No hagáis ruido y procurad que no os vea. Si os ve, las consecuencias van a ser graves. Pero será aún peor si me ven a mí…
FABIO: ¿Por qué?
VERA: Fabio, fui su víctima. Si me encuentro con él otra vez podría acordarse de mí e intentar volver a seducirme…
FABIO: Hostia…
(Luca no decía nada ante aquel comentario. Lo único que hacía es mantenerse callado, sin decir palabra, mirando para Vera con miedo. Tenía claro que era lo que tenía que hacer)
ZÉ: Bueno, entonces queda claro, ¿no? Si os alejáis mucho, podéis buscar a Tereza o a António. Ellos estarán juntos todo el tiempo y os prestarán ayuda
FABIO Y LUCA: (Al unísono) De acuerdo
ZÉ: Pues allá vamos (Zé empezó a poner a los chicos en fila) Vera, aquí conmigo. Luca, tú irás tras de ella. Fabio, tú cubrirás la retaguardia. Iremos manteniendo distancia, y en cuanto lo veamos necesario, nos separamos. ¿De acuerdo?
FABIO: Sí, ya lo has dicho antes, te repites más que el ajo…
LUCA: (Le pega una pequeña patada desde atrás) Tío, un poco de respeto
FABIO: Perdón
ZÉ: Bueno (Empezando a andar) ¡Andando! A partir de ahora, silencio absoluto.
(Luca, Vera y Fabio no dijeron una sola palabra más y empezaron a andar. Justo después, Luca le tocó a Vera el hombro, tratando de atraer su atención. Vera, extrañada, se dio la vuelta)
VERA: (Sonríe) ¿Qué quieres?
LUCA: (Susurrando) No te quedes sola, por favor
VERA: No te entiendo…
LUCA: Cuando sea hora de separarse, tú vente conmigo…
VERA: No te preocupes, puedo ir sola.
LUCA: ¡No! No quiero que el boto se acerque a ti ni te haga daño. Tienes que estar a mi lado. (Le coge la mano y se la aprieta) Quiero protegerte…
(Vera le miró conmovida y le sonrió, a punto de soltar lágrimas)
VERA: Gracias por preocuparte tanto por mí, Luca… No había encontrado a nadie que mostrara ese interés en mí en años…
LUCA: (Sonríe y le acaricia la cara)
(Dicho esto, siguieron caminando. Iban sigilosos, sin hacer ni un poco de ruido, para evitar ser descubiertos. Llevaban con ellos las escopetas apuntando al frente por si se lo encontraban en alguna parte.
Acabaron en el bosque, donde todo estaba completamente manso. De pronto, se oyó un ruido. Un ruido estruendoso que parecía retumbar por todo el bosque. Se oyó de tal manera que asustó por completo a los chicos. Luca pegó un grito)
LUCA: ¡EL BOTO! (Acto seguido, tropieza con una roca, se cae y dispara sin querer al cielo)
VERA: (Lo agarra por las axilas) ¿Estás bien, cariño?
ZÉ: (Empieza a olisquear) Vale, ¿pero qué es esa peste…?
(Un olor fétido y desagradable era el que Zé olía. Luca y Vera empezaron a olerlo al mismo tiempo que él y notaron el mismo olor fétido.
De pronto, miraron al frente. Fabio estaba escondido en un árbol, completamente sonrojado, y sin decir una sola palabra. Empezó a reírse inseguramente mientras Luca, Vera y el pescador arqueaban las cejas, con cara de indignación)
FABIO: Perdón
LUCA: (Se levanta y se acerca a él para darle una colleja) Bro, como vuelvas a cagarla así vas a lamentar haber nacido. ¿Estamos?
FABIO: Ya lo sé. No me controlo, Luca. Qué le quieres…
(Luca no dijo nada más y le giró la cabeza. Acto seguido, siguieron su camino por el bosque. Seguían en busca del animal, aún desconociendo su paradero.
Por otro lado, Giulia estaba jugando con un tapete de lana en las escaleras de la casa. Desconocía a dónde se había ido todo el mundo, pero disfrutaba estando sola en la cabaña. En su mp3, estaba escuchando y cantando “I hate u i love u” de G’nash, mientras miraba para el horizonte.
De pronto, el sol se escondió por completo y la luna apareció de nuevo. Giulia vio una silueta acercarse a ella desde la orilla del río. No tardó en darse cuenta de quién se trataba. Se quiso alejar de él, pero no pudo. Éste le sonrió, con aquella sonrisa que a ella tanto le gustaba y que tan a cien le ponía, hasta el punto de sentir cosquilleos en el estómago, cosa que le costaba sentir con un hombre. El boto se acercó a ella hasta tenerla a menos de un metro, y volvió a sonreírle, mirándola fijamente. Ésta se ruborizó)
BOTO: Te eché de menos, Giulia…
(Giulia sonrió. No podía evitarlo. Sabía que el amor del boto estaba prohibido, y que le había traído muchos problemas, pero no podía resistirse a él. No podía resistirse a su belleza, ni a su mirada, ni mucho menos a aquella noche de amor que tuvieron en Santo António, por no mencionar las siguientes que le dio mientras estuvo en Borba.
El joven empezó a acercarse lentamente a ella. Con una mano, le acarició las piernas por encima de su vestido. Con la otra, le acarició la cara suavemente. Y con ambas manos ocupadas, fue acercando poco a poco sus labios hacia ella. Giulia no se podía resistir a él, cierto era. Pero en aquel momento, puso su salud por encima. Se dio cuenta de la persona de la que estaba atraída y que no se lo podía permitir. Era un animal disfrazado de humano. Un humano que, al igual que a ella, iría a por otra chica, como por ejemplo su difunta amiga. Se impuso por delante de él, y apartó su cara con los dedos)
GIULIA: No… No esta vez
BOTO: (Sonríe inseguro) ¿Co… Cómo?
GIULIA: Mira… No te vuelvas a acercar a mí. Por dios te lo pido.
BOTO: Pero Giulia… No lo sabes bien… Yo te quiero…
GIULIA: Mentira. No me quieres. Lo que te gusta de mí es que me he acostado contigo más de una vez.
BOTO: ¿Qué dices? ¿Pero sabes lo preciosa que eres? ¿Cómo no te voy a querer?
GIULIA: Sigues mintiendo. Primero: Es imposible que me quieras, porque soy una HUMANA y tú, por muy transformado que estés, eres un DELFÍN. un ANIMAL MAMÍFERO. Segundo: Si me quisieras tanto como crees, no hubieras ido a por Lia o a por cualquier otra chica. Estás hecho para seducir a las mujeres y hacer rabiar a otros hombres. Sólo sirves para eso.
BOTO: Bueno, verás, Giulia…
GIULIA: No me des excusas, mamífero de mar… Vete a hacer ruidos y comer peces, no sirves para otra cosa.
(El boto no dijo nada más y, en cuestión de segundos, empezó a toquetear a Giulia. Le acarició el culo, bajando por los muslos. Ella esta vez no se resistió. Él se fue acercando poco a poco a su oído, para susurrarle)
BOTO: Pero te encanto…
(Él no la besó. Empezó a toquetearla todo el tiempo y a pegar su cuerpo al de él. Empezó a hacerla sufrir, chupándole todo el cuerpo, desde la oreja hasta el cuello. Luego, la acostó, y comenzó a manosearle los senos y a chupárselos, a la vez que tocarle por debajo de las bragas y a estimularle en el clítoris. Giulia no se resistía. No podía. Volvía a ascender al cielo. Estaba cansada de sentirse así, pero no podía evitarlo, por mucho que quisiese. En ningún momento se opuso. Sólo disfrutó y se dejó llevar, por mucho que sintiera que estaba pecando.
Lo que ellos desconocían es que Fabio estaba detrás, por los arbustos, observando la escena. Estaba él solo. No podía aguantar más la manera en la que el boto seguía atacando a Giulia, y fue corriendo, con el fin de atacar al animal por detrás. Fabio estaba detrás y cogió de las manos al boto. Giulia tenía los ojos cerrados pero, al notar como bruscamente el boto apartaba la mano, fue abriendo lentamente los ojos)
GIULIA: (Entreabriendo los ojos) Cariño, ¿por qué paras…? (Abriéndolos por completo y viendo a Fabio) ¿PERO QUÉ…?
(Cuando Giulia vio a Fabio, éste tenía al boto medio esposado, sujetándole las muñecas. Ella empezó a respirar profundo muy asustada y confusa)
FABIO: Giulia, tranquilízate. Esto lo hacemos por tu bien. Escapa
GIULIA: Pero Fabio, yo…
FABIO: ¡ESCAPA!
(Giulia estaba muy confusa, pero no dijo nada más y le hizo caso a su amigo. Empezó a correr por la hierba hacia la casa. En cuanto la perdieron de vista, Fabio siguió llevando a la fuerza al boto y haciéndolo caminar hacia donde estaban los demás)
BOTO: ¡Enserio, italianito de mierda, como no me sueltes vas a lamentar haber nacido!
FABIO: No rechistes, boto cor-de-rosa… (Suspira) Delfinito bonito… Te espera una buena por gilipollas…
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