18 de Septiembre: Parte 4 de 6

 

Un día más, un día menos. La Universidad parecía un ensueño hasta que los profesores te daban el temario y éste ocupaba trescientas páginas.


Ese día teníamos nuestra segunda clase de Geología. En esa clase, yo coincidía con Lucas. Si, el chavalín canario que me había encontrado aquel día. No lo vi más que aquella mañana en la cafetería y en mi primera clase de Geología. En ese escaso tiempo, efectivamente, María, Antía y Aitana seguían chorreando con él.


La primera vez que lo oí hablar en esa clase quise matarlo. El profesor, que se llamaba Calixto y en aquel momento me parecía un encanto, nos hacía una pequeña introducción sobre las piedras y rocas que aparecieron en el momento en el que se formó la tierra. Lo de siempre, vamos. Si os preguntáis por qué hablaba de esto cuando pudo hacerlo en la primera clase, fue porque en esa clase nos explicó la guía docente y dijo que podríamos marcharnos.


-Es importante destacar la importancia de los terremotos, volcanes y demás fenómenos naturales-Calixto se paseaba por la pizarra de brazos cruzados- ¿Podéis decirnos por qué se formaron?


Lucas levantó la mano en ese preciso instante. El profesor sonrió con sus ojos muy abiertos.


-¡Lucas! Tú eres el de Canarias. Antes de contestarme a esa pregunta, ¿el Teide entró en erupción muchas veces? ¿Sabrías decirme cuándo?


-Si lo sé, no lo he visto, a mí que me cuentas


Después de decir ese comentario, soltó una risita burlona.


Pero… ¿Acaso era necesario que le contestara así?


Evidentemente, toda la clase se rió. Pero a mí no me hacía ninguna gracia. ¿En qué forma podría faltarle así el respeto al profesor?


Bueno… Al profesor no pareció importarle.


-Vaya, Lucas, eres el rey del humor… Igual deberías darte un paseito por el agujero del volcán a ver si se te bajan los humos y se meten dentro.


Ahí es cuando supe que estaba equivocada.


Anyways, pedazo zasca. El petardo ese lo tenía merecido


Lucas se quedó callado el resto de la clase, mientras Calixto seguía explicándolo todo. Yo tuve a Lucas delante toda la clase, y a cada vez que lo miraba, se intensificaban mis fervientes ganas de cortarle la cabeza, meterla dentro de una cesta y ponerla en el Río Miño para que se pirase navegando como si de Moisés se tratara. Qué poco le soportaba, y ni tan siquiera nos habíamos hablado.


Ese mismo mediodía, me quedé ahí a comer. Era nuestro primer día de laboratorio. Pero a María no le tocaba y Antía vivía en una residencia justo debajo de la Uni, así que iría a comer allí. Con lo cual, me quedé más sola que la una.


Sí, podría estar con Miguel, Víctor y Aitana. Pero ellos fueron al piso de Víctor, que estaba en Espacio Coruña, a comer. Y Víctor vivía con dos machitos de turno que se parecían a Xoel. Naturalmente, no quise conocerlos. ¿Que cómo sabía esto? Sólo bastaba con ojear el Instagram y el Tuenti de Víctor.


Me pedí el menú del día. Menestra de pasta, milanesa con patatas y de postre, tarta de queso con mermelada de fresa. Mi tándem favorito, ahora cada día que hay una de esas cosas en el menú, no dudo en pedírmelo. Abrí el ordenador y me puse a pasar los apuntes de ese día a papel para estudiarlos mejor. En mi Spotify, me puse Sweet Life de Frank Ocean. Os lo dije, Frank Ocean es mi zona de confort.


Mientras trataba de trabajar, en la mesa de enfrente, estaba el payaso. Sí, Lucas. ¿Lo peor? Es que me estaba mirando. Me sonreía de cuando en vez. Me examinaba con la mirada lentamente. Me hacía sentir incómoda. Cuando sonreía, le ponía cara de asco y me ponía a mirar para el ordenador.


Seguía con lo mío, de tranquis. Pero de pronto, noté una silueta detrás de mí. Mierda, era él


-Hola


Lo ignoré y decidí seguir pasando apuntes. Pero él se sentó al lado mío. La cosa no podría ir a peor. Él me volvió a mirar. Intentaba no mirar para él, pero era imposible. ¡Estaba invadiendo mi espacio!


-Se devuelve el saludo cuando te saludan, ¿eh?


Me saqué los cascos y le miré, con ironía


-Gracias-Sonr sarcástica levantando las cejas-No es como si no lo llevara sabiendo toda mi vida.


-Oye, creo que no he hablado nunca contigo


Miré los apuntes pretendiendo que pasaba de él.


-No me digas, no me di cuenta, tron.


-Mira, sé que no te caigo bien. Lo noto. Se nota en la forma en la que me miras.


Le miré de vuelta arqueando las cejas y sonriendo irónica.


-¿Acaso andas tan pendiente de mí como para saber cómo te miro o te dejo de mirar? Bro, ¿vas enserio?


-Si, ¿por qué?


-Suenas a acosador


-¿Qué? ¡No! ¿Qué carajos…? Me pasa con todo el mundo. Soy capaz de entender su lenguaje corporal con sólo una mirada-Acto seguido, empezó a gesticular con las manos como si se creyera el rey del mundo-Mis amigos me dicen que tengo un don, la verdad es que…


No le presté atención a nada de lo que me estaba diciendo. Sólo me fijaba en sus gestos. El gilipollas me hacía sentir mucho más incómoda de lo que ya me hacía sentir antes. Esos gestos me decían que estaba intentando tirarme ficha, ligar conmigo. Se le veía de lejos. En ese instante, sólo deseé alejarme de él.


Y otra vez su “lenguaje corporal flechado” notó mis ojos distantes


-Nena, ¿me estás escuchando?


No le quise ni contestar una mentira


-¿Sabes qué? No. Ni me interesa


Le miré con una mirada desafiante y el ceño fruncido. Acto seguido, me levanté y me cambié de mesa


Me volvió a mirar. Yo me quedé en esa mesa. A la mayor distancia posible de él. Si iba a permitir que un gilipollas intentase meterse conmigo o lo que fuera, jodería mi salud mental. Precisamente en estos instantes mi vida empezaba a ser redonda, y no quería que viniese un Xoel 2.0 a arruinármela.


Para qué me cambié. Si vino otra vez hacia mí.


-Escucha. No puedes alejarte así de mí ni ser tan ruda.


-Y tú no puedes forzar a nadie a ser tu amigo, tío


-No sé quién empezó aquí a hacer las cosas mal. Intento llevarme contigo, carajo


-Pues yo NO quiero


Bajé la cara otra vez. Él me siguió mirando. Yo no pensaba levantar la vista por nada del mundo. No estaba por la labor. Pero él sonrió, contra todo pronóstico. Y de oreja a oreja además.


-¿Sabes? Comienzo a comprender tu actitud


-¿Qué quieres decir, de qué coño hablas?


-A ti te lastimaron en el pasado, ¿si?


PERO QUÉ MIERDA. Fue lo que pensé


Había dado en el clavo.


No sé cómo.


Pero lo había hecho.


Volví a mirar para abajo. Él me volvió a sonreír una vez más.


-Dime… ¿Cuál es tu nombre?


Tragué saliva. No quería decírselo. No debía hacerlo. Me caía mal. Pero…


-Fátima


                                                                                             ***

Well, iba a subir esto ayer, pero quedé con una amiga. De todas formas, el siguiente capítulo lo subiré mañana y seguiré después con la norma de cada dos días sin falta. Porque si sigo ahora, me tocaría publicar los días de Eurovisión, y como podéis sospechas, esos días no quiero publicar NADA. Quiero los días anteriores. 


De todas formas, espero que hayáis disfrutado del capítulo y eso. 

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