2 de 6: 9 de Octubre
Era lunes, y yo acababa de inscribirme al equipo de baloncesto universitario femenino que una chica de informática había formado. El basket es mi pasión, y al estar en la universidad no podría seguir jugando en el equipo de Muxía (a ver, poder podría, pero sólo podría ir los viernes y no bastaría para mí), entonces no podía perder la costumbre. Había de jugar partidos periódicamente para no perder el hilo de mi deporte favorito.
Tenía partidos los lunes y los miércoles de 7 a 8. Era mi primer partido. Sin embargo, antes de la hora debía de hacer algo, que era empezar el trabajo con Lucas. Íbamos a hablar del agujero de la capa de ozono y el futuro al que llevaría si se seguía abriendo todavía más. Con lo cual, aprovechando que yo tendría que ir a jugar después, decidimos reunirnos en el edificio Xoana Capdevielle para fijar todo lo que hiciera falta posteriormente. Luego, él fue a ver mi primer partido de basket.
En cuanto terminó el partido y salí del vestuario, salí a junto de él, que me esperaba en la puerta principal, sonriéndome.
-¿Qué tal lo he hecho?-Decía, secándome mi pelo aún mojado
-Bueno, parecías nerviosa en ocasiones, y casi se te escapa el balón de las manos
-Idiota…-Reí y le di un codazo
-Pero a parte de eso, bien. Tienes mucha habilidad en el basket.
Le sonreí de vuelta y fui tras de él, sabiendo que ambos tendríamos que coger el autobús después del partido.
Mi intención era volver a casa a ducharme tranquilamente y cenar, pero hubo un cambio de planes al instante…
-Mis compañeros de piso y yo vamos a cenar comida china en mi casa. Cocino yo. ¿Quieres venir?
Vale, espera. Me estaba invitando a su casa.
¿Que por qué estaba tan en shock? Ya os lo dije trescientas veces. Nunca he estado acostumbrada a que alguien se interesara por mí. Que digo, en el instituto nunca nos invitaban a los planes, ni a mí ni a Sabela. Nos perdíamos los picnics o las comilonas que los gilipollas de mis compañeros formaban. Y si no nos la perdíamos, o por lo menos si no lo hacía yo, era porque querían aprovechar para hacerme buying ahí.
Esta invitación me parecía repentina en un primer instante debido a mi poca costumbre a que me hicieran un mínimo de caso. Pero era de agradecer y mucho.
Le miré, sonriendo y a punto de responderle.
-Sí, vale
Él me sonrió de vuelta y fuimos a su casa.
Su casa estaba al lado de un parque que se llamaba el Parque de Los Puentes. Vivía en un callejón contiguo a ese parque, llamado Villa de Cee. Estaba un poco lejos de la parada de Plaza Pontevedra y nos llevó un rato ir andando.
Cuando llegamos, pude oír la música a todo volumen desde el piso de Lucas. Estaban poniendo You Make Me de Avicii. Lucas miró hacia arriba al piso, un primer piso, sonriendo y soltando una risita floja
-Mis compañeros de piso ya están montando la parranda de turno…
Me limité a reírme con él. Acto seguido, él cogió las llaves y subimos al piso.
En cuanto llegamos, estaban montando la fiesta padre. Un chico grande y fuerte estaba sentado en el sofá comiendo queso en spray que sabe dios dónde compraría si no es en USA, y el otro era un chico delgado y muy alto que estaba bailando en calzoncillos encima del sofá. Cuando habíamos subido, la canción había pasado a ser Wannabe de las Spice Girls, y el pavo lo dio todo, con pasos excesivamente femeninos. Un hombre aparentemente heterosexual con cero masculinidad frágil siempre resulta placentero de ver.
-¿Qué hacen con su vida?-Preguntaba Lucas sujetando la puerta.
El chico fuerte giró la cabeza hacia él, arqueando una ceja y levantando una de las comisuras de sus labios, a la par que enseñaba un poco sus dientes.
-Ya era hora de que vinieras, carajo
El supuesto heterosexual sin masculinidad frágil clavó sus ojos en Lucas y bajó del sofá.
-Che, boludo, ¿que hacés viniendo tan tarde?
Me encanta el acento de la gente argentina. Creo que tienen más coloquialismos que nosotros y son muy graciosos hablando.
Lucas me tocó el hombro dando un paso adelante.
-Escuchen, esta muchacha viene a cenar con nosotros. Es Fátima, mi amiga de la Universidad
-Hola… -Levanté la mano tímidamente
-Escucha, Fátima, estos son mis compañeros de piso. Yeray, mi compañero de Lanzarote, y Valentín, que viene de Argentina.
-¿Venís a cenar chino con nosotros también?-Dijo Valentín, sentándose de nuevo en el sofá
-Va a hacer Lucas la receta-Aclaró Yeray, señalando a Lucas mientras tanto
-Pero no confiés mucho en él- Valentín se acomodaba en el sofá mientras se ponía de nuevo los pantalones- Es re patoso con la cocina artesana…
-Qué poco confían en mí…
Empezaron a reírse, mientras yo simplemente me limitaba a mirar
No podía entenderlo. Eran dos hombres y me fiaba cero de los hombres, porque son los que más daño me han hecho en mi adolescencia. Pero no me daban mala espina. En absoluto. Al contrario, veía que podían ser muchachos bastante agradables.
Al cabo de un rato, y después de colocarlo todo en su habitación, Lucas empezó a cocinar. Iba a hacer sushi y noodles con verdura. Empezó a hacerlo todo a mano, pero teniendo cerca las recetas y todos los elementos necesarios. Nosotros decidimos mirar cómo cocinaba, pero tenía pinta de que el resultado iba a ser un éxito.
Una vez terminada la cena, nos sentamos los cuatro a la mesa. La mesa estaba llena de cosas, así que tuvieron que quitarlo todo de encima, naturalmente. Comenzamos a cenar poco después, con todo el sushi y los noodles puestos encima de la mesa de aquella manera.
Yeray y Valentín estaban enfrente uno del otro y empezamos a hablar con ellos sobre sus movidas de la Universidad. Descubrí sus carreras. Yeray estudiaba Arquitectura y Valentín, ADE. Carreras chunguísimas, vamos. Yeray venía de la universidad de Las Palmas, mientras que Valentín había nacido en Posadas, pero por motivos de dinero debió ir a estudiar a Buenos Aires. Cómo se nota que es un país subdesarrollado. Nada que ver con España.
En un momento dado, ellos se pusieron a hablar entre ellos. Entonces, fue cuando Lucas me sonrió. Yo bajé la cabeza al plato. En aquel momento, era de esas personas a las que el contacto visual intenso le incomodaba.
-¿Sabes? Ahora me resulta curioso tu nombre…
Levanté la cabeza y la giré al estilo de un perrito
-¿Qué?
-Si… Verás, yo aquí tengo una amiga que tiene una “enemiga mortal” que se llama Fátima, como tú.
Alma de cántaro, me importa una mierda. Es lo que pensé
-¿Ah, sí? Qué interesante ¿no…?-Añadí, fingiendo con una sonrisa
Yeray y Valentín giraron la cabeza, con cejas arqueadas y mirando para Lucas. No pude entender qué narices les pasaba, pero hasta sonreían de una forma muy “atrevida” a la par que le miraban.
-¿Una amiga, tío?-Yeray parecía estar ahogándose de la risa
Lucas giró la cabeza hacia ellos
-¿Qué?
-Dirás amiga con derechos, boludo
-Chicos…-Levantó las cejas, sonriendo irónico, y soltó una pequeña risa- Dejen el tema, no quiero hablar de eso…
Valentín empezó a reírse y me miró
-¡Mirá, Fátima! Este wacho te está diciendo que esa mina es su amiga cuando en realidad se la chinga todos los días-Mientras hablaba, señalaba burlonamente a Lucas y seguía consumiendo de sus fideos. Con lo cual, hablaba con la boca llena. Que asco.
-Y NO LO QUIERE RECONOCER, ¿TE LO PUEDES CREER?-Yeray también se destornillaba de risa.
Ambos se empezaron a reír con fuerza. A mí sólo se me ocurría mirar a Lucas. Lo notaba incómodo
-Bueno, digo yo que si no lo quiere decir está en su derecho de hacerlo, ¿no?
-¡EL PROBLEMA NO ES QUE NO LO QUIERA DECIR!-Valentín siguió riendo a carcajadas-Vos escuchás su habitación por la noche y pensás que están matando a un demonio.
Miré para Lucas
-Tío, ¿a ti te resulta incómoda esta situación?
-No…-Dijo, y después, bajó exageradamente su tono y acercó su cabeza hacia la mía con el fin de hablarme de forma más secreta- La verdad es que tienen toda la razón. Sí que tengo sexo con esa chica. Pero no se lo quiero contar a nadie porque ella no me quiere más que para follar
-¿Y tú a ella?
-Ella a mí me gusta. Ese es el problema. Pero yo a ella no.
No había oído nada tan doloroso y complicado en mi vida. Tienes un follamigo y te enamoras de él. Pero luego él o ella no sienten lo mismo por ti y se va todo a la mierda. Pero claro, luego te tienes que seguir acostando con esa persona para no perder la dinámica de follamigos que tenéis.
La verdad, nunca lo había vivido. Bueno, nunca me había enamorado. Sólo había tenido dos crushes en mi vida. Uno cuando tenía ocho años, que era el amigo de mi primo y tenía VEINTICINCO AÑOS. Me declaré con flores. Ella, rompiendo los estereotipos de género. Y el otro era un chaval de mi clase al que acosaba en sexto de primaria y que me cogió asco. Una larga historia.
Pero nunca había follado entonces. Sin embargo, sabía cómo podía ayudar a Lucas
-¿Se lo has dicho?
-No… Me da un poco de miedo lo que pueda pensar
-¿Cómo vas a saber lo que siente por ti si no se lo preguntas? Deberías hablar con ella
-¿Pero y si me dice que no?
-Pues mira. El no ya lo tienes. Lo has intentado y eso es lo que cuenta
-Gracias…-Me dijo, sonriendo, y tornando su voz a un tono de dulzura- Es un muy buen consejo. Me sorprende que nunca hayas tenido pareja o hayas besado a nadie.
Comentarios
Publicar un comentario