3 de 6: 10 de Noviembre

Era domingo por la mañana. Me pasaba los días y las tardes pensando en Lucas. No me lo sacaba de la cabeza. A la hora de comer, a la hora de hacer deporte… Nunca nadie había ocupado mi cabeza de tal forma. Nunca con nadie tuve tal obsesión. Sólo con Nick Jonas cuando tenía 13 años y, yo que sé, ¿con Asap Rocky? Conclusión, señores que por saber no saben ni que existo. No sé, lo mío no era precisamente andar obsesionada y pensando en un hombre todo el día. Había cosas más interesantes en este mundo para pensar que en un hombre… Pero Lucas… Uf, no podía evitarlo.


Estaba en el salón pensando en ese momento en el que me abrazó de lado en el portal de su casa, cuando me acarició la pierna y la nuca en la reunión de amigos de Halloween, aún después de haber hecho el ridículo, o cuando agarró sus dedos entre los míos en la Capde para ponerme ojitos de pucherito y pedirme perdón. Es decir, de las pocas muestras de cariño que he tenido con él. Por no decir las pocas muestras de cariño que he tenido en mi vida. Sólo he tenido esas, las de mis padres y abuelos, las de Sabela, que eran también muy pocas, y los abrazos de despedida de mis amigas del único campamento que tuve en mi vida. O sea, casi nada. Entonces, que Lucas se mostrase cariñoso, además sin apenas conocerme, creo que es lo mejor que me podría haber pasado en mucho tiempo.


Cerraba los ojos y pensaba tranquilamente en él hasta que de pronto oí un chillido que venía de la habitación de mi hermana. Naturalmente, fui corriendo allí, despertando de mis pensamientos con el fin de ir a ayudarla. No me gustaba como había sonado el chillido y menos dada su situación actual.


Miré por la puerta que estaba entreabierta y la vi, haciendo sentadillas, dolida


Ay, la costilla! ¡ME DUELE, JODER!


Estaba aún más delgada que la última vez. Cada vez más esquelética. No me gustaba nada su situación. La veía intentando levantarse y cogiendo el móvil. Estaba en una videollamada con su amiga Ruth. No me caía nada bien esa chica. Viendo como estaba mi hermana, os podéis imaginar por qué


-Bueno, Ruth, hoy ya he hecho 500 sentadillas, 1000 flexiones seguidas y ya me he comido 4 barritas energéticas y 13 laxantes. ¿Tú crees que conseguiré conquistar a Álex?


-Candela, nena, ¡Álex caerá rendidito a tus pies! Cada día estás tomando más autodeterminación en tu físico. ¡Estoy orgullosa de ti!


-¿Qué tal me ves?-Le mostró las esqueléticas costillas.


-De aquí a Victoria’s Secret. Algún día seremos como esas supermodelos


Las dos chillaron seguido al mismo tiempo.


No me podía creer todo lo que estaba oyendo. Candela ya no sólo estaba forzando sus hábitos de salud hasta transformarlos en un trastorno alimenticio. Si no que además estaba buscando la aprobación de su amiga, también más delgada que nada y que se autosexualizaba, y que no se preocupó en absoluto de que su amiga estuviese LITERALMENTE esquelética. También, trataba de buscar la aprobación de un chico que le gustaba. Se estaba haciendo cada vez más daño.


Lo que vi después no me gustó en absoluto. Se desnudó. Al completo. Ni bragas ni sujetador ni nada se dejó. Lo echó todo a la cama y cogió el móvil, sacándose una foto DESNUDA y ANORÉXICA y subiéndola a las redes sociales. Me entraron ganas de echarme a llorar, ir allí y cogerle el móvil para tirárselo por la ventana y que viera que lo que estaba haciendo era una maldita barbaridad. Si tan sólo me hubiera atrevido…


Seguí observándola, consumida por las lágrimas. Finalmente, ella me terminó por pillar cotilleando


-¡QUÉ HACES TÚ AQUÍ!


Oh, no, eso sí que no. Pretendía que me fuese sin más después de ver todas las atrocidades que se estaba haciendo a su propio cuerpo. No en mi presencia.


Caminé hacia ella.


-Perdona, Candela, ¿se puede saber qué te pasa?


-¿Me cotilleas la vida y tienes encima los cojones de preguntarme sobre ella?


-Pero por dios, mírate. Laxantes, 300 barritas energéticas, ejercitándote en exceso… ¿Y esto para recibir la aprobación de una mujer con cero sororidad y de un maldito hombre?


-Fátima, vete de mi habitación


-NO me voy a ir de tu habitación hasta que admitas el grave problema que tienes


Sin pensármelo ni un minuto más, le saqué el móvil de la mano. No se lo tomó especialmente bien.


-¡DAME MI MÓVIL, NO TE INCUMBE LO QUE TENGA AHÍ!


-¿Sabes qué es lo que me incumbe?-Le enseñé la foto-Que mi hermana MENOR DE EDAD suba estas fotos DESNUDA a las REDES SOCIALES y alimente la sed de pedofilia que hay por ahí. ¿Y sabes que más me incumbe? Tu figura, Candela…-La agarré de los hombros y la puse frente al espejo-¿Tú te ves? ¿Tú de verdad crees que esta figura es digna de una adolescente de 14 años medianamente saludable?


Ella me quitó el móvil, se soltó y me miró entre dientes.


-Vete…


-Perdona, ¿qué has dicho?


-¡VETE DE MI HABITACIÓN!-Me empujó al momento


-Candela… Me tienes que contar qué te hace hacer esto…-Noté como mis lágrimas empezaban a brotar de mis ojos-Sé que has llegado hasta aquí porque alguien te está haciendo daño… Y es Ruth… ¡ES TU MALDITA AMIGA RUTH!


-NO METAS A RUTH EN TUS PUTAS PARANOIAS. Y NO METAS A NADIE. YO ME EJERCITO PORQUE QUIERO


-¡Candela, mírate!-En ese instante, lloré de verdad-Eres mi hermana pequeña… Y lo estoy viendo con mis propios ojos… Papá y mamá han hablado con el médico estos días… Y lo han dicho


-¿El qué?


-Estás gravemente anoréxica… Y dentro de poco si sigues así… Te puedes morir…


-¡NO ESTOY ANORÉXICA!-Me volvió a empujar-VETE DE MI HABITACIÓN. NO TENGO QUE DARTE EXPLICACIONES A TI.


Empecé a sollozar. Me sentía incapaz de hablar. Mis llantos encubrían un constante dolor.


-NO ENTIENDES LA GRAVEDAD DE LA SITUACIÓN Y POR ESO ESTÁS COMO ESTÁS. LO ÚNICO QUE TE IMPORTA ES CONSEGUIR LIKES Y HOMBRES QUE TE HARÁN DAÑO EN EL FUTURO. VIVES UNA MENTIRA, CANDELA. DESPIERTA, POR FAVOR.


-VETE.


Candela me terminó por sacar de la habitación a la fuerza. Me dejó fuera de la habitación y cerró la puerta sin decir nada. Yo sólo me crucé de brazos, me senté en el suelo y me eché a llorar.


Lo peor de todo es que no le decía ninguna mentira. Ni nada con intención de asustarla. Candela se iba a morir si seguía así. Había escuchado la conversación de mis padres justo el día antes a la noche y cuando vi lo que se hacía tenía cada vez más claro que esa muerte estaba demasiado cerca. Pero qué podía hacer yo. Ella ya estaba afectada por una mentira de sociedad que te obligaba a ser alguien que no eras sin nada a cambio. Yo no era más que una hermana loca que estaba violando su intimidad.


Y sí, quizá lo estaba haciendo. Quizá no debí haberle cotilleado. ¿Pero cómo puedes no saber la vida de un ser querido cuando sabes que estás a punto de perderlo por culpa de la patriarcal y machista sociedad que te obliga a ser X o Y?

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