3 de 6: 14 de Octubre
Era Lunes. Siempre, repito, SIEMPRE odié los lunes. Pero qué remedio.
Lucas y yo habíamos quedado después de clase. Teníamos una serie de dudas con respecto al trabajo que en cierto modo nos estaban carcomiendo y que entre los dos éramos incapaces de resolver. Así que qué mejor que pedirle ayuda a nuestro profesor. Para eso está.
Teníamos la reunión en su gabinete a las cuatro de la tarde. Con lo cual, habíamos decidido comer en la facultad. Estábamos discutiendo quién de los dos iría a hablar por ambos.
-Lucas, creo que deberíamos ir ambos. El trabajo es de los dos. Qué menos que que ninguno de nosotros le haga el feo.
-Vale, ¿pero quién de los dos habla?
-Yo puedo hablarle un poco de la serie de dudas que nos han estado carcomiendo, y tú puedes apoyar mis dudas, o preguntar otras que tú también tengas
-Me parece bien.
Seguimos comiendo, más en silencio. Entre nosotros, no había mucho más que discutir al respecto. No estaba incómoda, la verdad. Simplemente, teníamos hambre.
Salimos a las tres y media de la cafetería. Lucas se quedó un rato mirando los peces de la pecera. Vivía enamorado de esa pecera. Yo he de decir que en aquel momento también, el caso es que después de cuatro años pues conoces demasiado bien a los peces. Había ahí un pez tipo Dory que murió al año siguiente. Lloramos toda la facultad. Ese pez era el que más destacaba de los demás con diferencia, y siempre estaba en un rincón muy concreto de la pecera.
Bueno, que me voy del tema. Subimos hasta la zona de gabinetes en ascensor. Había un montón de gente delante de nosotros. Imaginaos la cantidad de asignaturas en las que estaba Calixto. Como se notaba que era catedrático y que los demás docentes de la facultad no tenían nada que competir contra él.
Lucas, con expresión de desesperación, se sentó en el suelo tras haberse dado cabezazos contra la pared debido a la aparentemente eterna cola.
-¡Ay! Estaremos siglos aquí…
-¡Qué va! Creo que nos tendrá en cuenta. Quedamos a las cuatro. Aún son las cuatro menos veinticinco. Con esta gente terminará rápido, seguro.
Lucas suspiró, decidido a hacerme caso. Yo me senté a la misma altura de él mientras esperábamos. Había una cola más grande que mis ganas de vivir, que irónicamente en 2020 no se podría permitir. No tardamos ni unos minutos en darnos cuenta de que a lo mejor tendría que atendernos con retraso.
Dieron las cuatro. Lucas y yo estuvimos hablando de cosas varias, relajados, durante el tiempo de espera. Pero en cuanto el reloj se puso a las cuatro en punto, Calixto salió de la puerta.
-¿Lucas y Fátima?
Nos levantamos. Fuimos hasta allí, un poco cohibidos. Teníamos miedo de que lo que nos fuera a decir no fuese de ayuda suficiente para seguir adelante. Cualquiera tiene ese miedo, también te digo. Creo que teníamos motivos suficientes para tener miedo, pero no éramos conscientes de ello en ese instante.
Cerró la puerta y clavó sus gigantes pupilas en nosotros, mostrándonos sin descontento su característica y abierta sonrisa
-Por favor, sentaos
Lucas y yo nos sentamos, mirándole fijamente, con un semblante de inseguridad que ambos fuimos capaces de tener.
-Bueno, me comentasteis que teníais dudas. ¿A qué se os complace mi ayuda?
-Escucha, profesor.-Mi voz temblorosa a causa de los nervios parecía estar ahogándose lentamente- Teníamos dudas sobre la organización del trabajo. Tenemos que entender una serie de factores que no explicaste en clase
-¿Por ejemplo…?-Calixto jugaba con el bolígrafo mientras nos escuchaba.
-Necesitamos ayuda para citar la bibliografía en APA.-Aclaró Lucas- Quiero decir, no somos estudiantes de Filología, y necesitamos un procedimiento adecuado para poner nuestra bibliografía de forma profesional
-Por otro lado, nos gustaría saber si necesitas una breve introducción en la que expliquemos sobre la importancia de la capa de ozono antes de movernos a la temática del trabajo, que es la gravedad de su situación.
Calixto suspiró y se colocó las gafas antes de hablar.
-Vale… Veo que ambos tenéis problemas bastante diferentes.
Arqueé una ceja.
-No entiendo qué quieres decir
-Pues que es mejor que habléis del tema de uno en uno.
-Pero… Si ya lo estamos haciendo-Lucas parecía casi tan confundido como yo
-No, no me refiero a eso…
Lucas y yo nos miramos, intentando comprender la situación. Volví a mirar al profesor
-Explica, porque no entiendo…
Calixto se levantó y se limpió las gafas. Acto seguido, posó sus ojos sobre nosotros, girando su mirada rápidamente hacia Lucas
-Vete, Lucas
-¿Qué?-Lucas me miró, confuso-¿Por qué habría de irme? El trabajo es de ambos
-Sí, lo sé, pero primero vamos con las dudas de Fátima y luego con las tuyas
-Pero a ver,-Señalé a Lucas, sorprendida- nos has reunido a los dos, no comprendo cómo habríamos de…
-Lucas, anda, vete ya
Lucas siguió mirándome a regañadientes. Yo me quedé sentada, aún sorprendida y cargada de incertidumbre. Lucas miró a la puerta y acto seguido a Calixto, que le hizo un gesto con la mano incitando a que se marchara. Enserio, era imposible comprender nada de lo que estaba pasando.
Lucas se fue, resignado y aún con duda. Yo lo vi marcharse y miré al profesor, con la misma cara de resignación. No podía entender por qué habría de aislarme de mi compañero de trabajo. Calixto me miró, sonriendo.
-Bueno, pregúntame lo que quieras…
Iba a arrancar a explicar mi problema, aún confundida, pero cuando quise darme cuenta el hombre tenía su mano puesta en mi muslo. Observé la mano, mientras mi cara de confusión se convirtió en una cara de shock y, quizás, algo de terror.
-Eh…-Giré mi cabeza hacia él-¿Qué narices haces?
Calixto soltó rápidamente la mano de mi muslo.
-Nada
No le di importancia y comencé a comentar mi problema.
-Bueno, como sospecharás, te preguntaba sobre el tema de la…
En el instante en el que decía esa frase, se acercó a mí hasta poner sus labios incómodamente cerca de los míos. Me limité a mirarlo confundida y temerosa, tragando saliva.
-De la introducción. Estamos confundidos, porque queríamos saber si…
Volvió a tocar mi muslo. Esta vez, apretando con fuerza. Miré abajo. Pude ver como algo en él se levantaba. Ya os imaginareis que es. Pude detectar el problema al momento, y no me hacía ninguna gracia.
-¿Qué coño haces…?
Al momento, se acercó a mí y empezó a darme besos en el cuello. Naturalmente, yo empecé a gritar desesperada, pidiéndole entre gritos que me soltara de una condenada vez. Lo estaba pasando mal. Muy mal. Peor que todos los años en los que sufrí buying. Esto no tenía nada que ver con toda la mierda que venía arrastrando. Era mucho peor. Y yo en ese instante sólo sabía que quería tirarme por la ventana del gabinete.
Seguí chillando, pero no conseguía quitármelo de encima. De pronto, noté que ya había metido sus manos debajo de mis bragas. MUY cerca del clítoris. DEL MALDITO CLÍTORIS.
Desde luego, no dejé escapar eso y salí corriendo asustada del gabinete. No conseguí que me alcanzara, ya que por suerte la puerta estaba bastante cerca. Cuando él se había levantado del sillón para perseguirme, yo salí por la puerta y la cerré, sujetando el pomo, llorando.
Lucas estaba fuera, esperando de brazos cruzados, hasta que me vio montar el numerito y sujetar la puerta desde lejos y me observó, confundido. No era capaz de entender nada. Después de verme escapar y oír mis gritos, se acercó a mí
-Fátima, ¿estás bien? ¿Pasó algo ahí dentro?
-CORRE
Automáticamente, solté la mano del pomo de la puerta, la cual estaba sujetando para impedirle pasar, y corrí con Lucas hacia la puerta del final del pasillo de gabinetes, ante las miradas de los demás. Calixto no salió corriendo detrás de mí. O por lo menos eso pensaba. No pensaba mirar atrás.
Salimos corriendo por toda la facultad, hasta llegar a la parada de autobús y marchar a casa. Cuando llegamos a la parada, antes de que el bus llegara, Lucas me miró preocupado.
-Dale, ¿qué ha pasado?
-Lucas, ME HA ACOSADO-Mi voz todavía temblaba de terror.
-¿Calixto?
-¡Si! Ha abusado sexualmente de mí
-Joder… Es terrible. ¿Qué vamos a hacer ahora?
-Necesito, como sea, hablar con el decanato. No hay manera de que de esta situación pueda pasar inadvertido, tío.
-Yo te acompañaré si hace falta. ¿Habrá hecho esto antes?
-Seguro que si.-Empecé a respirar fuerte debido a la carrerita- Tengo que hacérselo saber al decanato. Y otra cosa más… No creo que pueda entregarle ningún trabajo
-¿Perdón?
-Lo siento, Lucas, pero yo no pienso hacerle caso a la asignatura de un abusador
-¡Pero Fátima, somos un equipo! Si tú no trabajas, yo tampoco lo haré
-Lo que sea, Lucas, lo que sea. Tú haz lo que quieras. Pero yo estoy convencida de que no quiero trabajar para alguien que ha abusado de mí.
Lucas miró al frente. Parecía que pensase que lo que estaba haciendo no tenía ningún sentido. Pero yo no tenía elección. Después del mal trago que acababa de pasar, debía de poner mi condición de mujer por encima de un simple trabajo universitario. Me daba exactamente igual lo que él pensara.
El autobús llegó en ese momento. Mientras nos metíamos dentro, yo le miré, con ojos de cachorrito, pero aún con el ceño fruncido
-Lucas…
-Dime
-Por favor, prométeme que no le contarás esto a nadie. Ni siquiera a María y a Antía, o a los demás. Quiero que quede entre nosotros dos
-Está bien… Si eso es lo que tú quieres, yo no contaré nada.
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