PÁRRAFO INTRODUCTORIO + PRIMER DÍA DEL SUCESO: 24 DE MAYO DEL 2013

                                                                  MARZO DEL 2020 


Hola, amigo. Sí, tú. Quien quiera que esté leyendo esto.


La verdad, estoy destrozada. El mundo está en la mierda ahora mismo porque anda cierto microorganismo tocando los cojones, y mucha gente se está muriendo. Estamos todos encerrados en nuestras casas sin poder salir y temiendo por nuestras familias. Bueno, o sufriendo por la innecesaria sobrecarga de trabajo que la educación nos está dando. Como persona que decidió que este año sería buena idea empezar un doctorado, te entiendo.


No sé si cuando leas esto toda esta basura se habrá acabado. Pero yo voy a escribir ahora un poco para buscarme una zona de confort. Quiero escribir este diario para recordar un poco esos viejos tiempos en los cuales éramos felices y, desde luego, un momento que cambió mi vida.


Hace unos años conocí a un tipo de persona que no esperaba conocer y que me ayudó a ver la vida de otra forma. Yo no era feliz, mi adolescencia era una auténtica barbarie en todos los sentidos, pero apareció él y me ayudó a crecer frente a las adversidades. No he vuelto a verle, ni siquiera nos hablamos a día de hoy. Pero no voy a mentir; él fue la persona que me enseñó que no todo es blanco y negro.


¿Quieres saber por qué?


Bueno, supongo que no te voy a mantener en ascuas, ¿no?


Me llamo Fátima Taboada, y esta es mi historia.


                                                                                        *** 


 Mayo 2013


Para introduciros un poco en mi propio yo y toda la mierda que durante años he carretado, es necesario que vayamos el tiempo atrás. Concretamente, al día de graduación de mi instituto.


Yo no tenía muchos amigos en el instituto. Sólo a mi amiga Sabela, que lleva aguantándome desde Primaria. La verdad es que yo de pequeña era muy tímida e introvertida, me gustaba estar sola, y eso la gente lo confundía con autismo. Eso sí, en lugar de tratarme con respeto como deberían tratar a cualquier persona con autismo_en el hipotético caso de que lo tuviera_,aprovechaban para reírse de mí y tirarme por el suelo, pegarme típex al pelo… Todo el miedo que tenía a socializar a cada rato se iba intensificando, hasta el punto de no acercarme a nadie. Y claro, el no acercarme a nadie hacía las cosas peor y peor y peor…


Bachiller no fue la excepción. Yo y Sabela nos hicimos amigas en 1 de Bachiller de una chica llamada Karen que había llegado nueva desde Laracha y que en un principio podría perfectamente haber sido nuestra mejor amiga. Pero en 2, empezó a darnos de lado para irse con las populares y luego, prácticamente, escupirnos.


Bueno, vamos más tarde con Karen y con otro individuo más que son importantes.


Era el día 24 de Mayo del 2013. El día de mi graduación. Habíamos cenado en un restaurante de mi pueblo, Muxía, y luego iríamos al chiringuito a emborracharnos. Todo el grupito estaba ahí junto mientras que Sabela y yo estábamos bebiendo en una esquina.


-¿Vas a estudiar para Selectividad mañana?-Sabela bebía de su copa de vino mientras me miraba expectante


-Paso, tía- Dije, resoplando-Vamos a venir con una resaca criminal de aquí, ¿y pretendes que al menos me estudie un sólo tema? Seguro que sigo borracha a este ritmo.


-Pero tenemos que llegar a nuestra nota


-Enserio, ¿por qué estás tan preocupada?-Crucé las piernas mientras me colocaba en el asiento y dejaba mi copa de vino en la mesa- No eres tú precisamente la que necesita un 9 y pico, Miss futura filóloga inglesa. Es más, la que debería estar verdaderamente preocupada soy yo, que Biología no es una broma.


Sabela siguió bebiendo sin decir nada más. Yo me miré a las medias que llevaba con mi vestido verde y, acto seguido, miré al grupito de popus. Ahí estaban. Pasándoselo bien y celebrando lo amigos que eran, no como nosotras… Me fijé en todos los invitados que se habían traído.


¿Pero cuánta gente eran? ¿25? No llegamos a 25 ni con los de primero. Seguro que se los trajeron de Cee o de alguna zona pija rollo Carballo.


Es que de verdad, ¿qué hacían creyéndose del Bronx centro si viven en un pueblacho de mierda lleno de vejestorios donde sólo hay langostinos?


Miré cómo de pronto se acercaba él. Xoel. El gilipollas de turno. Toda la vida, TODA, metiéndose conmigo. Mejor no os hablo de él, no merece ni una descripción.


Sabela se dio cuenta al momento de que se estaba acercando.


-Fátima, ojo a vizor.


Me levanté y fruncí el ceño, clavando mi mirada amenazante hacia él.


-No te ralles, Sabela, tengo que buscar alguna forma de deshacerme de él


-¡Fátima!- Me decía, con su sonrisa burlona y sus ojos que miraban a cualquier lado y no me transmitían nada de confianza


-¿Qué quieres?


¿Te quieres liar con éste?-Su voz burlona sonaba siempre jactante y elevada, y en ese momento no era una excepción- Ya que no follas, pues date un homenaje en tu graduación


Mira, poco más y le pego una hostia. Imbécil.


Acto seguido, salió ella. Era Karen. Sonriendo con su sonrisa falsa y sus dientes muy juntos y aparentemente perfectos. Lo mucho que la despreciaba no podía describirlo con palabras.


Cuando la vi acercarse a mí, puse los ojos en blanco.


-¡Hola, Fátima! Hay ahí uno que dice que tu culo es muy bonito. ¿Te lo quieres follar?


-¿Qué?


Se alejó un momento para acercarse a uno de los chicos que estaba en la mesa en la que se sentaban. Lo arrastró del brazo y lo trajo hacia nosotros


-¡Sí, míralo!- Se reía mientras me miraba-Tiene unas ganas tremendas de comerte todo el coño. ¡Dale la oportunidad!- Miró al chico con la misma mirada burlona que al igual que Xoel poseía y sus ojos abiertos como platos-¿Verdad que sí, Germán?


Notaba la cara de incomodidad de ese chaval desde lejos. Amigo, date cuenta.


-Déjala, Karen, ¿no ves que es una especialita?-Reía Xoel


Todo el grupo detrás comenzó a reírse también. Mi cabreo era cada vez más grande.


-Si, pobre… Sólo quiere estudiar para su carrera…-Karen me miró otra vez de reojo, golpeando sus dedos y con expresión expectante- Quién nos lo iba a decir, ¿eh? La autista de clase intentando hacer Biología, ¿eh?-Acto seguido, echó una mirada furtiva a mi ropa- Por cierto, ¿qué te pusiste?


-Un vestido de Gucci


-Sabes que una tía fea y gorda como tú no puede llevar eso, ¿verdad?


-Así nadie se va a liar contigo, nena-Reía Xoel con sus brazos cruzados.


No voy a mentir. Estaba a nada de llorar. Pero me contuve las lágrimas. Eran demasiados años de lágrimas como para derramarlas en mi propia graduación.


Vi como todo el grupo se reía en mi cara. Como no, encima me quedaría yo como una retrasada mental. A ver quien les enseña una lección de respeto y saber estar.


Sabela fruncía el ceño todo el tiempo. Al momento, dio un fuerte paso hacia ellos.


-¡Escuchad-!


-Deja, Sabela.-La corté- De esto me encargo yo


No me corté un minuto. Debían llevar su merecido. Sin ninguna dilación, le pegué un puñetazo a Karen y la tiré al suelo. Estuvimos peleándonos un buen rato, tirándonos de los pelos y echándonos al suelo. Hasta que Sabela no me separó no me solté de ella. A Xoel sólo se le ocurría reírse


-¡La agresividad es sólo cosa de autistas!


No pensaba dejar que me molestase más. Le pegué otra paliza a él. Más fuerte y, desde un punto de vista externo, más dolorosa que la anterior. Creo recordar que conseguí que le saliera sangre.


Mientras él se tiró al suelo retorcido de dolor, yo miré a todos respirando fuerte


-¡ESCUCHADME!-Dije, expirando el aire con una gran potencia- Estoy HARTA de vosotros. De vuestras mierdas. De vuestro maltrato psicológico. NO soy autista. Si lo fuera, no estaría a punto de hacer una carrera y no tendría una media superior a la vuestra. Tampoco estaría aquí compartiendo sala y graduación con vosotros. Lo que sois vosotros es basura. Me habéis hecho daño durante toda mi vida hasta el punto de plantearme el SUICIDIO. Pero yo ahora mismo me alejo de vosotros. Y el karma se paga… ¡MUY CARO!


En cuanto solté todo el sermón, no lo pude evitar. Lloré. Y mucho. Salí corriendo del bar y Sabela fue conmigo, agarrando mis hombros.


Llegamos a mi casa. Por suerte, estaba sólo a un par de pasos del restaurante. Sabela decidió que debía hacerme compañía para que pudiera estar tranquila y bien acompañada. Me tumbé en la cama, y me tapé los ojos con las manos. Sabela se puso de pie enfrente mía


-Sabela, ¿me haces un favor…?


-¿Qué?-Me acariciaba la rodilla mientras miraba para mí, preocupada.


-¿Llevas el tiempo atrás? Quiero aprender a socializar desde pequeña


Sabela dejó de acariciar mi rodilla para sentarse en la esquina de la cama.


-Fátima, lo que acabas de hacer ahora es lo que debiste de hacer hace mucho tiempo. Espero que no te vuelvan a molestar.


-Ya no puedo confiar en nadie…


-Vendrá gente mejor, verás.-Decía, con su deslumbrante y confiada sonrisa- Esto en la Universidad va a cambiar


-No, Sabela. De toda la gente que ha pasado en mi vida, sólo he podido confiar en ti. Todo el mundo cree que soy una pobre retrasada. ¿Qué te hace pensar que en la Universidad será mejor?


-La gente cambia y madura. Se acercará gente a hablarte y apreciar lo buenísima persona que eres. No tengo ninguna duda de que nuestra vida social va a mejorar para entonces. Y si no, pues que me parta un rayo.


-Pero es que ya no sé cómo me voy a acercar a la gente y sentir que me van a tratar bien…


-¿Por qué no dejas que ellos se acerquen a ti?


Recapacité. Tenía razón. Pero aún así, seguía temiendo por no recibir el respeto que en Muxía tenían que haberme dado.


Mi amiga se acercó a mí y me abrazó por la espalda, sonriendo y secando mis lágrimas de paso. Yo seguía echando más lágrimas. No podía evitarlo.


-Fa, sabes perfectamente que nuestra clase está llena de gilipollas… En tu carrera va a haber mucha gente, y seguramente se parezca a nosotras.


-Quiero tener más amigos… Aparte de ti, por supuesto-Farfullé entre sollozos


-Los tendrás-Decía mientras me miraba.


Sonreí y miré a mi amiga, que me dio un beso en la mejilla. Acto seguido, nos volvimos a tirar en la cama, suspirando. Yo estaba dejando de llorar al fin. Ahora mismo, lo único que me importaba era estar tranquila con Sabela. Con mi mejor amiga. La única persona que fue capaz de conocerme mejor. Quién iba a saber lo que me depararía el futuro.


No voy a mentir, también estaba preocupada por mis padres y mi hermana. No sabía dónde estaban. Miré a Sabela, con esa duda en la mente, que me había aparecido de forma precipitada. Suspiré y, con una mirada de incertidumbre, dije:


-¿Dónde estarán mis padres y mi hermana?


Sabela no dijo nada. Simplemente levantó sus hombros con duda.


Mi hermana, Candela, tenía problemas alimenticios. Quería estar delgada, algo así como Kylie Jenner, para alcanzar los inalcanzables estándares de belleza. ¿Sólo para qué? Para ser aceptada por sus amigas, que siempre le decían que estaba gorda y que no le iba a gustar a los chicos.


¿Cuál es el problema? Que Candela tenía 14 años. Y le esperaba una adolescencia muy dura…


Cuando me di cuenta de que no estaban, me di cuenta después de ese detalle de ella y empecé a tener miedo. Mis miedos se hicieron realidad en cuanto oí la llave abrir la puerta y los intensos llantos de mi hermana y murmullos de mi madre, cargados de incertidumbre. Sabela y yo levantamos la cabeza y nos dirigimos a la puerta de casa. Ahí las vimos a las dos, llorando a mares, y a mi padre tratando de calmar la situación detrás de ellas. Mi madre me miraba con temor en sus azules ojos, mientras yo giraba la cabeza como si fuera un perrito.


Mi hermana, acto seguido, se soltó la muñeca que mi madre le agarraba y se fue corriendo a la habitación. Yo seguí mirando a mi madre, preguntándole no verbalmente qué narices estaba pasando. Ella bajó la cabeza.


-Fátima, hija mía… Ha pasado


-¿El qué, mamá?


Mi madre me miró, suspirando y clavando sus tristes ojos en los míos.


-El médico ha confirmado que Candela tiene un trastorno alimenticio compulsivo.


Sabela se tapó la boca con las manos sorprendida. Yo abrí los ojos de par en par también sorprendida. En ese instante, sólo quería llorar otra vez.                                                 




Comentarios

Entradas populares de este blog

EL BOTO: CAPÍTULO 14

EL BOTO: CAPÍTULO 15

EL BOTO: CAPÍTULO 1