SEPTIEMBRE 2013: PARTE 1 DE 6 (1 de Septiembre)
Para que entendáis con mayor precisión cómo va esto: La historia se va a desarrollar en cinco meses: De Septiembre a Enero. Y cada mes tendrá un bloque de 6 capítulos donde, en cada uno, habrá un día de ese mismo mes. Y en ese día, pasan todos los hechos de dicho capítulo. Después de Enero, habrá un bloque de Febrero donde sólo habrá un capítulo.
Dicho esto, ¡vamos con el primer día de Septiembre!
***
Exitosamente, había conseguido la nota en selectividad y me habían cogido en Biología.
Yo quería irme a Santiago, pero mi madre me dijo que era mejor que me fuese a Coruña.
Si, a Coruña.
Ese lugar de pijos donde las chicas se creen Kardashians y los chicos se creen descendientes de Kanye West.
Ese sitio donde a cada rato te encuentras a tres gaviotas procreando (Ah, no, que eso también pasa en Muxía)
El lugar donde por cada tres palabras te sueltan un “chorvo” o un “neno”
jaja que ilusión, pensó mi yo de aquel momento consumido por el sarcasmo.
Pero bueh, que se le va a hacer. Al menos entré en mi carrera. Justo eso fue lo siguiente que pensé.
El 1 de Septiembre, Sabela y yo llegaríamos al piso. Era cuando empezaba nuestro contrato. Un piso que no era demasiado céntrico, por no decir nada. Pero a Sabela le interesaba estar cerca de la estación de autobuses. Como si el contacto de autobuses de Coruña y Muxía no fuera ya suficientemente deficiente.
La calle se llamaba Diego Delicado. Era un callejón estrecho contiguo a una de las avenidas más extensas de Coruña, que era la Avenida de Arteixo. Cerca de un barrio que se llama Los Mallos. He de decir, por adelantado, que nos cambiamos al año siguiente de piso y nos fuimos a uno cerca de la Plaza de Ourense, ya que tenía mejor conexión con el centro y el bus de la UDC. Pero eso ahora no nos importa.
Compartíamos piso con una persona que nos llamó cuando pusimos el anuncio. Era un chico. Se llamaba Jesús. Parecía majo. La verdad nos tranquilizó bastante que no tuviera voz de violador o tío de película basada en libro de Federico Moccia que se quisiera hacer el sexy poniendo la misma voz que tengo yo cuando me levanto por las mañanas.
Anyways, vamos al día en el que cogimos el piso. Menudo percal
Llegamos a eso de las 6 y media. Clotilde, la casera, una persona mayor_pongámosle 50 años_ nos esperaba dentro. Nos miraba con cara de sorpresa y sonriendo como si, de algún modo, se quisiera reír de nosotras. Nosotras, indefensas sujetando nuestras maletas, sólo mirábamos en silencio para ella.
Pelaba una manzana en la mesa de la cocina mientras nuestro silencio incómodo se intensificaba. Una vez terminado éste, nos miró con una sonrisa jactante en su cara
-Ya era hora de que llegarais
-Perdón, el autobús tardó más de lo que esperábamos…-Aclaró Sabela
-Bueno. Bienvenidas-Se levantó y se dirigió hacia nosotras.
Acto seguido, se dio la vuelta. Caminamos detrás de ella. Esperábamos que nos enseñara la casa y sus instalaciones. Pero no. Fue al cuarto oscuro y cogió unas escobas
-Bueno, id aprendiendo a saber estar-Decía, mientras nos daba una escoba a cada una
No pudimos evitar poner caras de incertidumbre
-Espera, espera, echa el freno…-Dije, confundida-¿No nos vas a enseñar nada de la casa?
-¿Ni el funcionamiento de la cocina ni nada?-Dijo Sabela arqueando las cejas
-A ver, pequeñas… Tenéis 18 años ya. Sabréis como se pone un extractor o una bombona o una lavadora, ¿no?
Yo me crucé de brazos y fruncí el ceño.
-Señora, vamos a ver, me lo han hecho todo durante esos 18 años. Y aunque no fuera así, podrías explicarnos cómo funciona todo, que no todas las cocinas o lavadoras funcionan igual.
-Nena, me da igual-Rió
-A ver si adivino, lo único que te interesa de aquí es nuestro dinero, ¿no?-Preguntó Sabela
-Yo no lo podría haber dicho mejor.
Sin decir nada, se empezó a marchar. Sabela y yo nos mirábamos preguntándonos qué narices estaba pasando. Ella nos miró con recelo.
-Venga, niñas, este piso está lleno de mierda. ¡Poneos a currar!
Se dio la vuelta y, acto seguido, abrió la puerta del piso para marcharse (y, os lo digo por adelantado. No volver. Imaginaos como intentamos arreglárnoslas durante ese primer año)
Sabela y yo nos miramos con cara de asco y nos pusimos a barrer. No podíamos creer que nos hubieran metido en semejante estercolero.
-Sabela, este es nuestro primer y último año aquí. Con eso no digo nada y te lo digo todo.
-Venga ya, Fa, seguro que al final nos acaba gustando vivir aquí.
-Dios te oiga, Sabela…-Decía, mientras barría mirando para el suelo y con cara de asco-Dios te oiga… Por mi parte, yo no llevo ni dos minutos aquí y ya quiero que se nos acabe el contrato…
Sabela no dijo nada más y siguió barriendo. Yo resoplé. No podía evitarlo. Me moría del asco.
Básicamente, nuestra primera tarde en el piso consistió en limpiarlo todo. Tenía un pasillo tan ancho y las habitaciones eran tan extensas que al final nos llevó más tiempo del esperado. Pero no sólo eso. Si no que, después de limpiar, tuvimos que colocar todas las cajas y elementos que habíamos traído desde Muxía.
Habíamos terminado a las ocho aproximadamente. No sé cómo, pero habíamos terminado. Mira, os juro por dios que lo primero que hice nada más terminar de barrer fue echarme al suelo. Irónico, cuando ahora era yo la que estaba llena de mierda.
E irónico que mencione esto en 2020.
-Nena, ¿estás cansada?-Sabela me miraba arqueando una ceja
-¿A ti qué te parece? Llevamos desde las cinco, por amor de Dios.
De pronto, oímos unas llaves. Por acto reflejo, miramos a la puerta y nos miramos
-¿Será ese Jesús?-Preguntaba mi amiga
-Tiene toda la pinta… Espero que no sea ningún gilipollas. Confío cero en los tíos
-Malo será
La puerta se abrió lentamente. Mucha habilidad no tenía para abrir puertas desde luego, fue lo que en aquel momento pensé.
Me levanté del suelo tan pronto vi la puerta abrirse. No quería hacer el ridículo, por amor de dios. Y ahí lo vi. No daba mala espina, en absoluto. De hecho, lo encontré bastante guapo, un poco afeminado tal vez. Pero parecía agradable. Me dio buena sensación a primera vista. Y es muy complicado que yo tenga una buena primera impresión de alguien. MUY raro.
Quizá él fuera introvertido como nosotras.
-¡Hola! ¿Sois mis compañeras?-Preguntaba con una sonrisa desenfadada y un tono de confianza en su voz
-Si-Sabela se tocaba el pelo, sonreía abiertamente y estaba sonrojada.
Al parecer, a Sabela le gustaba. Menuda fiesta, acabo de llegar al mundo universitario hace tres horas y mi mejor amiga ya está pensando en morrearse con nuestro compañero de piso.
Yo lo miré con una mirada de duda, contraria a la de mi amiga.
-Si… Somos nosotras
-Yo soy Jesús. Vengo desde A Estrada, Pontevedra. Llegué aquí esta mañana.
-Encantada, yo soy Fátima
-Sabela…-Su voz se tornó sexy y provocadora. Se seguía tocando el pelo- Aunque me puedes llamar Sabe
Puse los ojos en blanco. Nunca supo cómo disimular.
Jesús se acercó a nosotras y nos dio dos besos a cada una. Cuando le llamamos, tenía mucho miedo de que fuese otro gilipollas que me llamase autista o se metiera conmigo, o algo parecido. Pero cuando se acercó a darme los dos besos, me tocó la espalda de una forma muy especial. Muy calurosa. Como si no verbalmente me estuviera diciendo “Te voy a proteger”.
¿Tendría razón Sabela y la gente iría a cambiar mi percepción de mí?
Jesús se separó un poco de nosotras justo después
-¿Habéis terminado de ordenar vuestras habitaciones?
-Si. Acabamos de hacerlo-Dije sonriendo
-Hay un Telepizza por aquí cerca. ¿Vamos a cenar allí?
Nunca fui muy fan del Telepizza. Pero bueno, todo sea con tal de hacer amistades y pandilla y esas cosas. Con lo cual, Sabela y yo asentimos con la cabeza.
Salimos poco después de casa para ir a cenar allí. Afortunadamente, teníamos dinero de sobra para pagar un menú. ¿Con lo carero que es este sitio? Nos cundía y mucho. Si tan sólo el Domino’s de esa avenida estuviera más cerca… Pero no, tuvimos que tener el Telepizza a 3 pasos.
Igualmente, los panes de ajo y la pizza barbacoa son mis dos comidas basuras favoritas junto con el kebab, así que como si las hiciera mi vecino el del quinto que no sabe cocinar. Las voy a considerar delicias igualmente.
Durante la cena, nos estuvimos sincerando y contando nuestras respectivas vidas. Literalmente, nos conocíamos desde hacía poco menos de dos horas
-Si, hace poco que lo admití…-Decía Jesús mientras se limpiaba las comisuras de la boca con la servilleta- Todavía no soy capaz de decirle a mis padres abiertamente que soy gay. No sé cómo se lo van a tomar
Y los sueños de lío de Sabela también se habían destrozado en menos de dos horas, por si os interesaba saberlo.
-Jesús, te aceptarán.-Dije sonriendo- Ten fe de ello.
-No es una enfermedad. No deberían juzgarte-Dijo Sabela
-¿Y a vosotras qué os pasaba en el instituto?
Resoplé. El solo sacar el temita ya me ponía de mala leche
-Básicamente que estábamos rodeadas de un montón de gilipollas, es lo que tiene vivir en un pueblo de cuatro casas donde o tienes mucha suerte con tus compañeros o no tienes ninguna
-Nos trataron como el culo.-Sabela me señaló- A Fátima la llamaban autista.
-¿Enserio? Es horrible usar un tema así para reírse de alguien introvertido… Si os tranquiliza, yo también he sufrido buying. En Bachiller se duplicó por ser gay.
Espera, pensé. ¿Alguien con las mismas inseguridades que yo? ¿Que también sufrió buying? ¿Que también era introvertido? En ese momento sentí literalmente como si me recibieran en el paraíso.
Jesús mostraba una actitud de tristeza al contar su historia. Cambió su expresión subiendo las cejas caídas mientras cogía un cacho de pizza.
-Pero bueno, chicas, hay que pensar que ahora a esa gente la tendremos lejos… No volverán a molestarnos y nos espera una nueva vida
-Si…-Miré abajo- A menos que vengan a tocarme los huevos los universitarios también
Jesús me miró con los ojos abiertos como platos y una expresión de incertidumbre y pena al mismo tiempo.
-Espero que encuentres a más gente que te respete…
Miré para él y sonreí.
-Y yo espero que encuentres a un novio y le restriegues a tus padres y a los gilipollas de tus compañeros lo feliz que eres.
En ese momento, sentí algo que hacía mucho que no sentía. Sentí que esta era la buena. Por primera vez, en muchísimo tiempo, sentí que me iba a llevar bien con alguien.
Sentí que Jesús y yo nos íbamos a entender y nos íbamos a respetar mutuamente.
Fue la sensación más cálida y agradable de mi vida.
Pero no es él el que ese mismo año me cambió la vida.
Comentarios
Publicar un comentario