4 de 6: 13 de Enero
El juicio se efectuaría el lunes. Necesitaban al menos el fin de semana para rellenar todos los papeles necesarios y preparar el mismo. Pero vamos, que habían encerrado a Calixto en un calabozo durante todo ese finde para tenerlo bajo control.
Yo era la víctima, así que tendría que estar en dicho juicio. Lucas era testigo, con lo cual, él me acompañaría. Sin embargo, María, Antía, Aitana, Víctor y Miguel también irían a echar un vistazo y a tratar de apoyarme. Querían ver cómo se hundía al asqueroso y deplorable profesor que durante todo un cuatrimestre nos había estado dando clase mientras nosotros desconocíamos de sus viles actitudes. Quién nos iba a decir cuando conocimos al profesor en la presentación que nos íbamos a encontrar a punto de juzgarle de abuso sexual.
Estábamos en la puerta. Las miradas de la gente del juzgado eran tensas y se clavaban en mí de una forma anormal. Sólo se me ocurría suspirar desesperada. Lucas me miraba mientras abrazaba mi brazo.
Los chicos estaban aturdidos mientras miraban a los alrededores a la gente ir y venir.
-No logro entenderlo, Fátima…-Preguntó Víctor arqueando una ceja-Si habías sido violada por este profesor, ¿por qué no nos lo contaste al momento?
-Te hubiéramos ayudado desde el principio. Somos tus amigos.-Aseguró María
-Tenía miedo de que no me tomaseis en serio… O que me insultaseis…
Mis amigos se quedaron mirándome aturdidos ante mi supuesto miedo. Y sinceramente, no les culpo. No debí “desconfiar” de esa forma de ellos, pero con todo lo que me había pasado anteriormente, me esperaba cualquier cosa de cualquiera.
-¡Fátima! ¿Por qué íbamos a hacer eso?-Preguntó Antía
-No sabéis como me trató Karen… Llamándome puta, fresca, asquerosa…
-Nena-Aitana me acarició el brazo-Nosotros no somos así.
-Repito: somos tus amigos.-María seguía aclarando sus palabras-No te vamos a juzgar ni culpar por algo que no has ni elegido que te pase. Es un asco que te haya hecho una cerdada así.
-Además, ¿por qué íbamos a insultarte por algo de lo cual no tienes culpa?-Miguel se encogió de brazos.
Los miré a todos, aturdida. Tragué saliva y desvié mis ojos hacia Lucas, que asentía seguidamente con la cabeza a cada una de las cosas que ellos decían. Él fue capaz de interpretar mi mirada, y decidió ponerse de mi parte de igual manera.
-Karen y Xoel deberían revisarse sus propias maneras antes de seguir haciéndote la vida imposible
Reflexioné. No voy a mentir. Tenían razón. Yo no había elegido que me violasen o que me tocasen inapropiadamente. Yo no quería ni que eso me pasara. Sólo era una simple estudiante con dudas sobre mi trabajo. Y se tiraron encima de mí como una mierda usada. Karen y Xoel no tenían derecho a insultarme ni echarme la culpa de tal aberración. La mierda eran ellos al creer que yo tenía la culpa de eso. Más bien; ellos eran mierda al tirarse encima mía por literalmente cualquier cosa que hiciese.
A punto de llorar, puse mi cabeza encima del pecho de Lucas, mientras él me acariciaba el pelo suavemente. Mis amigos sonrieron.
Lucas giró los ojos hacia mí
-¿Te das cuenta del apoyo que tienes ahora, Fátima? El que te mereces
Después, me besó la mejilla.
Me limité a sonreír, mientras lagrimaba.
Pude notar posteriormente las caras de emoción de mis amigos.
-¡ABRAZO GRUPAL!-Chilló María
María, Antía, Aitana, Víctor y Miguel me achucharon sin pensárselo dos minutos. Me dejé consumir por su abrazo, sin borrar la sonrisa de mi cara, que se mantenía completamente fija en mi cara. Esto de que me estuvieran varias personas abrazándome y apoyándome me parecía demasiado bonito para ser real.
Se acercó el concejal en ese instante.
-Fátima Taboada y Lucas López; tenéis que entrar en la sala.
Dimos un paso adelante y nos soltamos de los demás, que nos deseaban suerte levantando alegremente el pulgar. Yo me sequé las lágrimas.
Sentía una presión que no podía describir. Calixto estaba en la tarima del centro, mirando fijamente hacia mí, mientras Lucas y yo nos acercábamos a él. Tenerlo cerca me daba escalofríos. Me miraba con una mirada fría y dura, examinándome, mientras fruncía el ceño. Pareciera que me odiase por, supuestamente, haberle jodido la vida. Pero yo no podía hacer otra cosa más que protegerme a mí misma. Él apretaba los labios. Yo miraba a otro lado para evitar siquiera escucharle
-Eres una puta…-Gemía con su voz cortante, temible y ronca que tanto respeto siempre me impuso.
Le ignoré. Seguí mirando al frente. No me podía permitir seguir haciéndole un mínimo de caso. Hacerme más daño a mí misma es lo peor que podría hacer vista la situación. Además, no es como si me importara al 100% que me llamasen así de nuevo, visto como Karen y Xoel también lo hicieron.
El juez golpeó la mesa.
-Fátima Taboada. Cuéntame, ¿dónde sucedió todo?
-Bueno, fue en el gabinete del acusado, Juan Calixto Gago
Hablar formalmente nunca se me dio demasiado bien. No sé qué coño hacía diciendo el nombre completo del acusado después de decir “el acusado”.
-Iba a preguntarle sobre nuestro trabajo y Lucas y yo pretendíamos pedirle ayuda. Echó a Lucas del gabinete para hablar a solas conmigo
El juez miró a Lucas, asintiendo. Intuí que necesitaba una confirmación oficial del mismo Lucas de dicho acto.
-Lo que dice Fátima es verdad, juez. Yo estuve con ella.
-¿Oyó usted algo sospechoso, Lucas López?
-Bueno… Ahora que lo pienso…-Lucas se mordía el labio mientras miraba a los alrededores-Oí a Fátima quejarse. Pero era incapaz de entender nada de lo que pasaba. No veía con la puerta cerrada.
-¿Qué hizo Fátima cuando salió de la sala?
-Me arrastró corriendo por el pasillo
-Confirmo que es verdad-Aseguré señalando a Lucas con el pulgar.
Calixto estaba desesperado. Lo veía golpear la tarima con sus puños y sacudirse a cada vez que decíamos algo. Yo de vez en cuando lo miraba riéndome, sintiendo por dentro cómo le arruinaba completamente y simplemente consumida por el placer que me daba hacerlo.
-ME ESTÁIS DEJANDO EN RIDÍCULO. SOIS UNOS HIJOS DE PUTA.
-¿Qué vas a hacer, suspendernos?-Me burlé, poniendo una falsa cara de pena.
-Perdona, “catedrático”, por hundir tu reputación, ¿eh?-Reía Lucas, con los brazos cruzados.
-¿Qué pensarán en la docencia cuando vean que uno de sus “mejores docentes” está a punto de ser encarcelado?
Lucas y yo nos mirábamos, riéndonos a carcajadas. Calixto, lo juro por dios, se quería morir. Colocaba la cabeza encima de la tarima, protestando. Parecía un niño pequeño.
El juez reflexionaba tranquilamente
-Jurado, por favor… Necesito que hagan su veredicto.-Nos miró a nosotros dos, y después, a Calixto-Tendremos en poco tiempo una respuesta para ustedes. Y para su decanato
Los jueces se pusieron a discutir. Calixto volvió a dedicarme una mirada asesina.
-Te sentirás orgullosa de haber arruinado mi reputación… PUTA-Me protestó entre dientes.
-¿Puta?-Me señalé a mí misma, riéndome-¿Yo? Uf. ¿Sabes cuánto me duele? Mucho… Llevan MESES llamándome puta. Y adivina por qué, POR TU CULPA. No te creas que no estoy acostumbrada
-Te vas a llevar un suspenso muy grande…
-Pues si suspendo, voy a esperar a que me de la nota un profesor de VERDAD.-Farfullé de brazos cruzados-No tú, que sabe dios siquiera a qué te dedicas.
-¡TE LA VAS A LLEVAR!
-A ver, amigo, has hecho el ridículo delante de toda la Universidad.-Rió Lucas con una mirada sarcástica-No te sorprendas que esta vez se ponga todo en tu contra. Te lo tendrías bien merecido.
-¡A ti nadie te obligó a hablar ni a venir! ¡No estás ni matriculado al 100% en la UDC! ¡Eres un vulgar estudiante de intercambio!
-Lo sé, pero Fátima es mi amiga y mi compañera, y mi función es apoyarla
Lucas se acercó a mí y me chocó la mano, abrazándome posteriormente. Nos mantuvimos un rato abrazados.
-Lo vais a pagar muy caro…
-Que te calles la puta boca, pedazo de violador…-Reía mientras lo miraba frunciendo el ceño de manera sarcástica.
Lucas y yo nos reímos, y seguimos abrazándonos hasta que el juez le dio otra vez golpes al mazo, anunciando que el jurado había tenido su veredicto. Lucas volvió a su sitio, al otro lado de la tarima, mientras que yo me mantuve de pie y completamente seria.
Un jurado se levantó de su sitio, y aseguró, con una voz elevada y firme:
-Juan Calixto Gago Hernández es: culpable.
Lucas y yo nos dedicamos una sonrisa de “lo hemos conseguido”. Todo el mundo en la sala miró hacia Calixto mientras él abría sus ojos como platos, incrédulo ante lo que acababa de oír.
-¿¡COMO!? EXIJO UN RECUENTO.
-Con el poder que se nos ha concedido en esta sala, dictaré tu condena.-Aclaró el juez, de brazos cruzados
Calixto seguía echándose la cabeza a la tarima. Os juro por dios que me reía. ME REÍA.
El juez miraba hacia los papeles que tenía en su tarima, con las gafas puestas, mientras yo bajaba mi sonrisa, expectante por saber cuál sería el castigo que Calixto recibiría y si realmente valdría la pena.
-Has sido condenado a 16 años de cárcel por violación de mujeres, 3 años por tratarse de alumnas y 30 años por fingir papeles y profesiones que no tienes. Eso son 49 años
-¿¡49 AÑOS!? ¿¡ESTÁS DE BROMA!? ¡ME MORIRÉ AHÍ DENTRO!
-Es lo mejor que te puede pasar, siendo honestos-Dije para mí misma, evitando que nadie me oyera.
-Calixto, por favor, vaya a la puerta, que le llevaremos a su celda
-¡NO!
-Calixto, por favor…
-¡HE DICHO QUE NO!
Y, tras chillar con ahínco esas palabras, se fue de su tarima y se echó a correr por toda la sala, levantando los brazos y chillando frases inentendibles mientras se cansaba de correr y todo el mundo lo miraba con expectación.
Eeeh, what the fuck.
El juez y los concejales fueron detrás de él, gritando su nombre a voces para que se detuviese. En verdad, estaba haciendo bastante ridículo. Y yo me estaba muriendo bastante de la vergüenza también. Decidimos seguirlo, mientras María, Antía, Aitana, Víctor y Miguel miraban anonadados, preguntándose qué narices estaba pasando. Me acerqué a ellos, con la misma cara de sorpresa.
Calixto corría a tal velocidad que los guardas no eran capaces de alcanzarle. Salió de golpe a la calle, sin mirar a la carretera. Repito; no miró a la carretera. Y eso le costó muy caro, sí señor. A él, para nosotros fue una señora risa. Un bus tan alto en el cual el conductor no era capaz de ver lo que tenía delante, y que además iba embalado, lo atropelló. Sentimos un poco de dolor al ver como le pasaba por encima. Pero a la vez, felicidad. Lo que acababa de pasar era lo que yo, urgentemente, necesitaba. Un violador menos. Que unos perros Doberman le hubiesen arrancado el pene hubiera sido algo menos jodido para mí, y a la vez deseable. Pero esto estaba mejor, sí. Obviamente, no quiero desearle la muerte a alguien, pero siendo quien era, se le hacía un favor a la vida.
Todos nos miramos después de lo sucedido. Creo que nadie había pensado siquiera en llamar al ambulancia
Víctor arqueó una ceja y los labios.
-¿Es cosa mía o Calixto murió como un gilipollas?
Mira que en situaciones así no debería reírme, pero no lo podía evitar. Incluso este comentario de Víctor me hizo más gracia un año después y posteriormente, cuando Sabela estudiaba a La Celestina para Literatura Española y siempre se quejaba de que Calixto moría bajando de golpe por las escaleras. Vamos, que decía que “moría como un gilipollas”. Cuando lo decía, yo me acordaba de Víctor y personalmente me hacía demasiada gracia, aunque ella no entendiera por qué me reía.
Lucas se encogió de hombros asintiendo a su comentario.
-Sí…-Acto seguido, miró a la carretera-Murió como un auténtico gilipollas…
Seguimos mirando a la carretera. Me imagino que en ese instante todos los policías, concejales y jueces estarían echándose las manos a la cabeza y pensando “Y ahora qué hacemos”. Sólo imagínate trabajar en esto y que se te muera el culpable de la nada. Bueno… Mejor morir que sufrir 49 años de cárcel… ¿No?
Aunque siendo quién era, no me daba demasiada pena, repito.
La ambulancia llegó poco después. Igual sí que era necesario llamar para no tener al cadáver ahí pudriéndose. El juez llamó. Lucas, los chicos y yo decidimos marcharnos. No había nada más que ver.
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