4 de 6: 17 de Diciembre

Martes. Último martes del cuatrimestre. La semana anterior con Lucas las cosas habían cambiado, y bastante para mal. Él parecía aún confuso por lo que le había dicho en Tenerife y nuestra relación ya de por sí se había enfriado. Quizá no debería haberlo rechazado. Pero qué remedio me quedaba. El miedo es un arma muy poderosa y te ataca hasta cuando más vulnerable te sientes.


Había quedado con todos para comer en la cafetería, ya que nos reuniríamos para un trabajo de 3. María, Antía y yo juntas y Miguel, Víctor y Aitana por otro lado. Pero como habíamos quedado ambos grupos el mismo día, pues acordamos comer juntos y posiblemente ayudarnos mutuamente. Todo bien.


Todos habíamos pedido el menú de hoy excepto Víctor, que se había pedido el bocata de calamares, y Miguel, que había optado por el bocata de pollo (simplón). Las chicas no podíamos resistirnos a la milanesa de Ciencias. Estábamos hablando tranquilamente del trabajo mientras comíamos.


-Yo creo que la mejor idea es que comparemos todos nuestras partes.-Aclaraba Aitana, justo antes de cortar su milanesa con el cuchillo-No estamos muy seguros de qué organización usasteis vosotras, chicas.


-Después os pasaremos nuestro esquema-Aseguró María


-Sería de agradecer.-Víctor se cruzó de brazos-Estamos muy perdidos…


-Y honestamente, no os culpamos.-Aseguré, sin ánimo de lucro-La profesora no explicó nada, esperando que nos buscáramos la vida de la nada. Debe de pensar que somos tontos o poco abiertos de mente, o algo parecido. Si no, no lo entiendo.


Seguimos callados, comiendo nuestra comida. Todo estaba completamente tranquilo entre nosotros en ese instante.


Pero de pronto, me encontré con una sorpresa. Desde luego, una que no me gustó en absoluto. Él, se plantó frente a mí.


-Hola, Fátima…


Sí, Xoel. No había vuelto a hablarle desde que me enteré de que anduvo contando mis movidas con el profesor Calixto. Pero él ni siquiera había mostrado el más mínimo interés en bajar a mi piso y explicarme nada. A saber con qué me vendría ahora, pero no pensaba tragarle las mierdas ni por asomo.

Mis amigos se quedaron un rato mirándonos, consumidos por una ráfaga de dudas. Miguel arqueó una ceja, poniendo cara de extrañeza


-¿Y éste…?-Preguntó.


Ignoré a Miguel. Después, miré a Xoel con mirada cortante, una mirada que se podría interpretar como una espada intentando rajar un cuello. Eso es lo que pretendían hacer mis ojos con él en medio de ese frío y cargado ambiente del que yo me sentía protagonista.


-¿Qué quieres…?


-Hace un montón que no hablamos, ¿no?


Vi su expresión. La sonrisa. La sonrisa burlona que siempre tuvo conmigo. Desde luego, todo ese supuesto arrepentimiento que tuvo por mí era una vil mentira… Si no, no me explico por qué vuelve a mostrar su expresión burlona en mi contra.


-¿Y tú precisamente me lo dices?


-Si, bueno… ¿Qué hice yo?


Reí, sarcástica.


-¿Que qué hiciste? A ver, amigo, me vendiste como la mierda. Te enteraste de todo lo que me había pasado y se lo contaste a todos tus amigos, tergiversando lo sucedido y repartiendo un rumor por toda la Universidad.


-Eh… Sí, ¿y?


-¿CÓMO QUE “Y”? ¿NO SE SUPONE QUE TÚ Y YO ESTÁBAMOS EN PAZ? O sea, te doy una segunda oportunidad, ¿y es así cómo me lo pagas?


Mis amigos estaban aturdidos. No les culpo.


Antía se tomó la molestia de preguntarme


-Fátima, ¿qué está pasando aquí?


No le contesté. Únicamente le respondí con una expresión insegura y de pequeñez, que sólo pedía a gritos que alguien me sacara de ese doloroso aprieto.


Acto seguido, giré mi cara hacia Xoel, quien seguía justificándose en base a excusas baratas.


-A ver, simplemente tenía necesidad de contarlo. No sé…


-¿NECESIDAD DE CONTARLO? ¿PERO DE QUÉ TE VAS?


-¡YO QUE SÉ! Me sorprendió que la rara antisocial de mi instituto tuviera sexo con un profesor.


-ERES GILIPOLLAS


Una vez más, lo hice. El suceso de la graduación se repitió. Tenía que hacerlo, y esta vez con más intensidad.


Una vez más, me tiré encima de él y le pegué una paliza.


Lo siento. Yo esta no se la pasaba. Desde luego, no pensaba hacerlo. Me había demostrado, una vez más, por qué no debía confiar en la gente, y por qué rechacé a Lucas. Es decir; qué importaba que me intentaran dar amor… Si luego me lo iban a pagar con traiciones. Y Xoel era la prueba viviente de ello. No importa cuantas veces lo hubieran castigado en el instituto por mi buying. No importa cuantas veces hubiera demostrado arrepentimiento hacia mí en las clases de Ciudadanía de 2 de la ESO para evitar las amonestaciones del profesor y/o aprobar la asignatura. No importaba que me hubiese demostrado arrepentimiento las primeras semanas de clase. Para él seguiría siendo la rarita antisocial de turno de la que aprovecharía para burlarse.


La pelea estaba llegando tan lejos que tuvieron que agarrarme María y Antía para que mantuviese la calma. Creo que poco más y le rompo los dientes a ese hombre. Pero de la nada, apareció la peor sorpresa. La que menos esperaba ver en ese instante. Yeah, you guessed. La IDIOTA de Karen.


Cuando María y Antía me tenían sujeta porque estaba a punto de sacarle los dientes al imbécil de Xoel fue cuando ella se presentó frente a mí, jactante


-Oye, Fátima, relájate un poco, no vaya a ser que te explote una arteria…


-¿QUÉ COÑO HACES TÚ AQUÍ?


-Xoel me lo contó todo esta tarde cuando quedamos aquí para comer-Empezó a dar unos aplausos irónicos-¡ENHORABUENA! Has escalado a un nivel de fresca y fácil que me sorprendes.


-Tenía que contarle a todo el mundo que la antisocial se estaba volviendo una puta-Cog a Karen del hombro-Y qué menos que contárselo a Karen


-¿Qué problema tenéis conmigo? No os he hecho nada, no os he dicho nunca nada y haga lo que haga, me vais a seguir molestando. Si soy antisocial, me molestáis. Si soy una “puta”, también me molestáis. ¿Se puede saber qué narices os pasa?


Aitana observaba la discusión con las cejas arqueadas y, en un momento dado, aprovechó para levantarse de la silla.


-Sé que no debería meterme, ¿pero se puede saber en qué forma es nuestra amiga una “puta”? Creo que no hay ninguna necesidad de dirigirse a ella de esa forma.


-A ver, nenita, que eres tan defensora de tus amiwis…-Aseguró Karen, y acto seguido, me señaló-Aquí esta FRESCA se estuvo acostando con un amigo de Lucas…


-Estaba BORRACHA.-Me quejé, notando como mi voz se raspaba como origen de un llanto venidero.


-Y ESO NO TE JUSTIFICA, ZORRA


Intenté moverme, pero María y Antía me detuvieron, todavía expectantes y confusas por la situación.


-Vale, se ha acostado con un amigo de Lucas, ¿Y QUÉ?-Farfulló Antía.


-¿Qué pasa?-Preguntó María-¿Acaso las mujeres no podemos tener relaciones sexuales por alguien por quién no sintamos nada afectivo-sexual?


-¡PERO ES QUE ESO NO ES TODO! Que encima le anda detrás a Lucas… ¡SE QUIERE TIRAR A LUCAS!


-¿Y si él también quiere cuál es el problema?-Antía levantó los hombros


-Ahora me vais a decir que Lucas quiere con ella…-Karen sonreía irónica


-Pues igual sí-Aseguró Antía


Con todo esto os decía que claramente mis amigas sabían mejor que yo que Lucas sentía por mí lo que yo sentía por él. Mi negligencia previa durante aquella semana ante el tema no se lo creían ni ellas. Quién me hubiera dicho en aquel momento que realmente tenían razón.


Xoel decidió intervenir. El que faltaba ya.


-Vamos a ver-Se agachó a mi altura, puesto a que yo estaba sentada-No dejes que tus amiguitas te hagan creer lo contrario. Eres UNA ANTISOCIAL AUTISTA y Lucas JAMÁS querrá estar contigo


Mira; tenía ganas de llorar. No sabían lo que había pasado entre nosotros ni lo que él sentía en realidad por mí. Sinceramente, estaban haciendo un sumo ridículo. Y la peor parte es que yo tenía que quedarme callada.


-Xoel tiene razón, Fátima…-Karen puso su mano en forma de chulería-State facts


María frunció el ceño. Mis amigas estaban casi tan incómodas como yo.


-Tío, ¿de qué vais? Dejadla tranquila


-¿Pero es que sabéis que es lo peor?-Karen cambió su expresión burlona para mostrar una expresión de seriedad falsa, porque seria no estaba en absoluto, eso os lo garantizo-Que me haya tenido que enterar que se ACOSTÓ con un profesor, literal… ¿Eres consciente de la vergüenza que das?


-Evidentemente, yo tenía que contarlo, Fátima. Una puta como tú debía de quedar expuesta-Aseguró Xoel


De verdad que me hubiera encantado cortarles las manos a mis amigas para que me soltasen y me pudiese tirar encima de ellos pero bien. Me la sudaba que me echasen de la facultad o de la UDC. Como si me echaban del país. Lo único que quería en ese instante es provocarles a los dos un dolor prematuro por lo mal que me lo estaban haciendo pasar.


-Ah, pero espera, ¿lo mejor?-Karen se puso a mi altura-Lo mejor va a ser cuando se entere Lucas… ¿Qué va a pensar al ver que te has acostado con su mejor amigo, después con un profesor... Y ahora tienes intenciones con él?


Respiraba fuerte. Notaba como iba a salir de mi boca. Iba a contar la verdad. Iba a confesarle a esa tonta que estaba equivocada. Que lo que Xoel contaba con tanta seguridad se trataba de una vil y falaz mentira. Que todo era para hacerme daño. Y en especial, que en ningún momento se me hubiera pasado por la cabeza acostarme con un señor de 50 años a cambio de un aprobado, como mucha gente andaba inventando.


Podría haberme pensado con claridad si decirlo. Pero la presión inconcebible que estaba pasando por la situación, así como las miradas del resto de la cafetería y de mis amigos, fueron mucho más fuertes que mi necesidad de pararme a pensar si estaba haciendo lo correcto o no.


Así que tomé aire y…


-¡LUCAS NO VA A PENSAR NADA PORQUE LUCAS A DIFERENCIA DE VOSOTROS ME CONOCE! ¿Y sabéis que más conoce de mí? ¡QUE LO QUE HIZO ESE PROFESOR FUE ABUSAR SEXUALMENTE DE MÍ!


La cara de risa de Karen cambió a una de shock. Xoel también se quedó en shock. Su mentira había quedado expuesta, y yo no me podía sentir más orgullosa de haber permitido tal. Pero mejor fue el shock con el que me miró toda la cafetería de Ciencias, que conocían la otra parte de la historia.


Más de sorpresa fueron las caras de mis amigos. Si ya alucinaron cuando vieron que yo era la alumna rumoreada del sexo con el profesor, más sorprendentes fueron sus caras cuando se dieron cuenta de que todo era una mentira y que yo en realidad había sido brutalmente agredida sexualmente. Me mordí el labio y bajé la cabeza.


A Karen y a Xoel se les había acabado el chollo. O eso parecía. Se miraron. Noté la cara de Karen con las comisuras de los labios un poco hacia arriba, como si quisiera sonreír. Pero era incapaz de reconocer en qué forma quería hacerlo. Si con shock, ironía o de cualquier otra manera.


Karen me volvió a mirar y, lo primero que hizo después de examinarme un segundo, fue girarse e irse. Hacke mate, reina. Has perdido. Ya no me puedes llamar puta y, desde luego, no puedes dudar de la amistad que Lucas y yo tenemos.


Xoel la siguió, también confundido. En ese momento, sabía que había hundido a dos de mis peores bullies de la peor forma posible, y me sentía feliz por haberlo hecho. Sonreía por dentro, de hecho.


María y Antía me soltaron en ese preciso instante, mientras yo respiré agobiada. Ellas, más Aitana y los chicos, me examinaron de arriba a abajo, procurando entender qué narices había pasado.


Mostré una sonrisa de inseguridad ante las miradas de examen de mis amigos. Lo único que pretendía era evitar el tema.


-Bueno, chicos. ¿Seguimos preparando el trabajo? ¿Por dónde íbamos?


Los ojos de preocupación de María se clavaron de lleno en mis confusos ojos.


-Fátima…


-Bueno…-Bajé la cabeza-¿Qué?


-¿Quién te violó?-Preguntó Antía, con la misma preocupación que María.


No quería decirlo. Todo el mundo me miraba. Hasta PROFESORES. En ese instante, lo iba a desenmascarar. Lo podría desenmascarar. ¿Pero qué hubiera pasado? ¿Hubiera arruinado su trabajo? ¿Lo hubieran echado? ¿O hubiera quedado de mentirosa? No lo sé, en absoluto. Pero había una cosa que tenía muy clara, y es que la reputación de ese hombre no debía quedar intacta.


Igualmente tenía miedo. Miré a mis amigos. Miré a los alumnos. A los profesores. A la cafetería entera. A una gran parte de la Universidad de La Coruña, que estaban pendientes de mi situación. Me puse los dedos entre los ojos, suspirando agobiada. No quería hacerlo, pero me sentía brutalmente obligada a ello. Habría de desenmascararlo… Habría de hacerlo… Alguien así no podría seguir dando clase. Quién sabe si, con ello, conseguiría ponerle al decanato los puntos sobre las íes y correr convocatoria, que lo echasen de la facultad, y cursar tranquilamente la asignatura el año siguiente con un profesor diferente.


Suspiré. O todo salía muy bien, o todo sería un infierno. Eso fue lo que pensé cuando tomé el primer aliento para decir su nombre. Pero era la hora. Era la hora de no cerrar la boca bajo ningún concepto.


-Juan Calixto Gago.


Abandoné la cafetería corriendo, sin dar explicaciones.

Comentarios

Entradas populares de este blog

EL BOTO: CAPÍTULO 14

EL BOTO: CAPÍTULO 15

EL BOTO: CAPÍTULO 1